Por Guadalupe Rizzo
No se cruza el mismo río dos veces,
uno no es el mismo
y el río ha corrido.
Loreto no se cruza dos veces,
el salón cambia,
el pizarrón se borra,
el pasillo se renueva
y los docentes extrañan.
Loreto no se cruza dos veces,
se vuelve como espectador,
como docente,
como exalumno,
como adulto,
nunca como uno de los chicos en el patio.
Loreto se cruzó durante 60 años
y sigue siempre nuevo
para el porvenir alumnado
quien aún no sabe,
todo lo que tiene por vivir.
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