El grupo misionero a lo largo de los años

Un miembro de la institución nos cuenta acerca de la creación del grupo misionero, su proceso, organización y diferentes actividades a lo largo del tiempo de las misiones a Añatuya. 

Por Nazarena Brandan

Antonella Bouza, integrante del departamento de psicopedagogas del colegio que también participó de la primera misión, nos cuenta su opinión sobre lo que le preguntamos.

 

E: Entrevistador

A: Antonella Bouza 

 

E: ¿En qué contexto te dieron ganas de participar en el grupo? ¿Cómo te enteraste?

A: Nos enteramos en un encuentro congregacional. Estábamos en la quinta San José y los chicos de San Felipe y de La Anunciación mostraron videos y contaban su experiencia sobre las cosas que hacían, entre ellas, misionar. Los chicos de San Felipe tenían una misión en la costa, y los de La Anunciación iban a Santiago del Estero.

Después de ver todo eso, un grupito de inquietos nos quedamos fascinados. ¡Queríamos hacer algo así en Loreto!

 

E: En ese momento, ¿quién lo dirigía? 

A: En ese momento recién empezaba y aprendimos y nos apoyamos mucho en la comunidad de La Anunciación. Por ese entonces, estaban a cargo Anabel y Javier en la Anunciación, quienes fueron nuestra primera guía para empezar a conocer, organizar y aprender el trabajo. Luego, cuando nos lanzamos solos, nos ayudaba mucho Guido Bozzola y los sacerdotes que nos acompañaban.

 

E: ¿Cómo fue participar del primer grupo misionero?

A: El grupo surgió con mucha alegría. Después que nos enteramos de lo que hacían nuestros compañeros en las diferentes escuelas de la congregación fuimos a decirle a Silvina (directora de Loreto también en ese momento) que queríamos misionar nosotros. 

Ella también se alegró mucho y no dudó en acompañarnos. Nos advirtió que teníamos que estar dispuestos a trabajar mucho... ¡Y cuánta razón tenía! Pero nos ayudó siempre en todo momento. 

El primer grupo surgió así entonces. Éramos seis los alumnos que viajamos de Loreto, y 5 los chicos de Guillón que nos ayudaron y nos enseñaron... ¡Pero trabajando estaba toda la escuela! 

Las vacaciones de invierno de 2012, cómo estábamos próximos a viajar, Silvina nos abrió las puertas de la escuela para que podamos ir a seguir clasificando ropa y donaciones... Había cajas y bolsas en la biblioteca, en el microcine, en los pasillos, en la oficina de Lili... ¡En todos lados!

 

Modelo del distintivo que hicimos para ponerle nombre a los nenes de campo gallo

 

E: ¿Cuántas veces viajaste? ¿Qué cosas aprendiste de cada uno? ¿Qué anécdota te marcó en tu vida?

A: Viajé tres veces. La primera misión la llamamos "Misión LOLA", ese nombre surgió de juntar las primeras sílabas de cada escuela: "LO" de "Loreto" y "LA" de "La Anunciación". Fue en agosto de 2012. Esa vez fuimos un grupo muy pequeño de once alumnos de Loreto y cinco de La Anunciación. También, nos acompañaron los profes de Guillón que tenían experiencia y Mari, la cocinera, ¡que además de cocinar hacía de peluquera, amiga, animadora, todo!. También nos acompañó Silvina. Fuimos a Campo Gallo y estuvimos unos pocos días, aprendiendo, recorriendo el lugar y conociendo a su gente, escuchando sus necesidades. 

 

Participantes de la primer misión de Loreto, en conjunto con La Anunciación (Misión Lola 2012)

 

La segunda vez que viajé, fui de invitada. Los chicos de La Anunciación hacían su misión anual y les quedaban sin ocupar en el micro tres lugares, entonces nos invitaron a nosotros. Y yo ni lo pensé, cuando me lo propusieron dije que sí sin dudar. Y así fuimos nosotros tres solos de Loreto. ¡No conocíamos a casi nadie y ellos eran como sesenta chicos! Pero nos recibieron muy amorosamente, y nos hicieron sentir parte en todo. En esa misión aprendimos mucho sobre el trabajo con la comunidad de Campo Gallo, y recorrimos mucho el pueblo y sus diferentes parajes. 

 

La tercera vez, ya en 2013, fue la primera vez que fuimos del Loreto. Requirió de un trabajo inmenso porque para nosotros, los que ya teníamos algo de experiencia, implicaba hacer todo bien: guiar a nuestros hermanos que iban a misionar por primera vez, armar los cronogramas, coordinar las actividades que realizaríamos allá, tanto para la comunidad de Campo Gallo como para nuestra propia comunidad misionera. Fue una experiencia muy cansadora que disfruté muchísimo desde otro lado. Está vez, la gratificación me la daba ver la cara de satisfacción de mis compañeros que por primera vez se acercaban al encuentro de quién nos necesitaba. 

 

  

Cronograma de la misión de Loreto 

 

Aprendí mucho de todas las misiones y cada una tuvo su particularidad. De todo encuentro un denominador común que no es simplemente solidaridad, es fraternidad, es amor.

 

Tengo una breve anécdota que siempre la cuento porque me quedo marcada: el primer día que pusimos un pie en la canchita (un terreno baldío de tierra y arena) preparamos la merienda y cuando la llevamos a los nenes, había muchos que preguntaban "¿Y esto que es?". Les sorprendía ver esas famosas galletitas dulces que tienen forma de animalitos y confites grandes de colores, nunca las habían comido. Mis compañeros que decían que eran horribles y solo comían primeras marcas de galletitas estaban helados, ¡no lo podían creer! Eso que ellos tanto despreciaban había niños esperando para poder comer.

En resumen, puedo decir que las misiones fueron un antes y un después para mi formación profesional. Yo desde chica quería ser politóloga y aunque varios desencantos influyeron en el cambio de carrera, Campo Gallo fue el lugar donde terminé entendiendo que mi aporte concreto a las personas tenía que ser desde otro lado, desde lo pequeño y lo concreto, de lo invisible para lo de arriba. Por eso terminé estudiando Trabajo Social, y sigo creyendo que si trabajamos desde lo más chiquitito podemos contribuir a que quienes más lo necesitan puedan acceder a los derechos que el Estado no les garantiza.

 

E: ¿Cuál es tu opinión sobre la evolución del grupo a lo largo de los años?

A: Me pone muy contenta ver cómo creció el grupo, y como hoy toda la escuela trabaja para hacer posible la misión a Añatuya.

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