La obra de Frassinetti

Este año, Loreto cumple 60 años, aunque la Congregación a la que pertenece tiene unos cuantos más. Vayamos unos años para atrás y recordemos al Padre José Frassinetti, fundador de Hijos de Santa María Inmaculada y trascendente persona.

Por Ariana Videla

  Frassinetti es un apellido que escuchamos nombrar muy seguido. Los catequistas, directivos y sacerdotes hablan mucho de esta personalidad y tienen bastantes cosas buenas para contarnos. Pero, ¿quién es y por qué hay una copa en su honor?

    Todo comenzó el 15 de diciembre de 1804 en Génova, Italia, donde nació el primero de diez hijos (de los cuales sobrevivieron cinco: cuatro varones, todos sacerdotes, y Paula, su única hermana que hoy en día es santa). Era una persona de gran carisma, digna de ser definida como altruista y caritativa para con los pobres. 

    Desde la cuna fue criado en la fé cristiana, a la cual le dedicaría más de la mitad de su vida a través del sacerdocio. A los 14 años perdió a su mamá, y encontró consuelo en la Virgen María. Atraía mucho a la juventud por su personalidad marcada por la delicadeza de su madre y su bondad innata. En sus años de párroco de la modesta parroquia de Santa Sabina, era común encontrar grupos juveniles rodeándolo. En el nombre de Jesús, José los educaba en la santidad comprendiendo la naturaleza de cada uno, siempre de forma optimista aunque discreta y logrando que algunos encuentren su llamado al servicio. Fomentaba la catequesis para los niños, la temprana formación sacerdotal y la asistencia a las familias carenciadas mediante folletos, reflexiones y escritos que se pueden encontrar en Internet.

    Es así que en el reconocimiento de sus virtudes heroicas que haría Juan Pablo II más adelante, se destaca su doble característica de Padre y Maestro. Sus estudiantes eran sus hijos, reconocía en cada uno el amor de Dios y el potencial interno. Su método de enseñanza personalizada no era imponer, sino desarrollar y guiar al alumno hasta despertar su vocación. Evidentemente los jóvenes sentían que pertenecían, llamados a quedarse al experimentar el ardor de alma de Frassinetti, como describía su hermana Paula. Lo que definitivamente lo convirtió en un maestro ilustre es que creía en lo que enseñaba. 

    Lógicamente él también fue discípulo, de las únicas personas que accedió a recibir cátedra fue del Papa (a quien le era ciegamente fiel) y de su Arzobispo. A ambos le pedía la aprobación de sus escritos.

Durante el tiempo que fue párroco en Quinto, ayudó a su hermana a fundar la congregación Las Hermanas de Santa Dorotea; un lugar de instrucción evangélica destinado a mujeres jóvenes y pobres. Paula se sintió inspirada a formar esta congregación cuando se dio cuenta que la educación era lo suyo; mientras vivió con Frassinetti en Quinto pudo dedicarse a instruir niños pobres, lo que le trajo dicha y le permitió descontracturarse del ritmo de vida que llevaba en casa.

    Volviendo a Santa Sabina, el 16 de noviembre de 1861, Frassinetti instituyó la Pía Unión de los Hijos de Santa María Inmaculada  “para que sean entre los seculares los apóstoles de Jesucristo”. Unos años después, en 1866, se dio inicio a la Casa en común. Al vivir en comunidad, acogían a jóvenes aspirantes a sacerdotes que no tenían el poder adquisitivo necesario para costear el seminario. Así nació la Congregación de Hijos de Santa María Inmaculada (HSMI) en manos del Padre Piccardo a principios del siglo siguiente, con el fin de perfeccionar la caridad mediante los tres votos: pobreza, castidad y obediencia. Su apostolado, es decir su forma de enseñanza de la doctrina cristiana, se define en tres puntos que son consistentes con la esencia de Frassinetti:

  • Promover, cuidar, sostener, asistir, las vocaciones sacerdotales y religiosas.
  • Orientar, educar e instruir a la juventud.
  • Dedicarse al ministerio apostólico.

    El 2 de enero de 1968 abandonó pacíficamente su vida terrenal, dejando un amplio legado de fe, caridad y santidad. El 14 de mayo de 1991 el Papa Juan Pablo II le atribuyó el título de Venerable.

   Tal vez, la próxima vez que vean el cartel con esta imagen en el hall de entrada tengan un poco más claro quién fue este señor, pero todavía no entiendan por qué las chicas juegan al handball y los chicos al fútbol en el aniversario de su veneración.

Ilustración de Frassinetti, la misma que está en el colegio

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