MISIONEROS EN CAMINO

La Misión Añatuya ya es costumbre del colegio, y este año se puso en marcha una vez más. Uno de los pasos más imprescindibles de su preparación es la Misa de Envío, de la cual vamos a hablar en esta nota.

“Vayan por todo el mundo y anuncien a toda la buena noticia” - Mc 16, 15.

 Dios nos llama a la misión en el Bautismo, a cada uno de nosotros. Si bien a lo largo de las escrituras nos deja tareas generales que deberíamos cumplir por el simple hecho de ser hijos suyos, por medio del Espíritu Santo conocemos lo que espera de nosotros en específico. Es nuestra decisión cumplir su voluntad o no.

 

 Los misioneros de Añatuya eligieron responder a ese llamado, aceptando salir de su zona de confort y de lo cotidiano para llevar la Palabra de Dios a aquella necesitada comunidad.

 

 Animarse a la misión no es una decisión para tomarse a la ligera; no todos están dispuestos a aceptar un desafío incierto. Ser misionero implica hacer ese esfuerzo para llevar los valores de la comunidad a los lugares más recónditos, a la vez que representan a todas las personas que se quedaron en casa. Por todas estas razones, la comunidad de Loreto no para de hacer hincapié en la importancia de este viaje.

 

 Agradezcamos que la misión haya sido satisfactoria, por el gran compromiso y dedicación de los misioneros, de la comunidad de la Iglesia y de los que hayan donado para así alegrar la realidad de muchos chicos y adultos. Esperemos que el año que viene la nueva generación de misioneros tenga las mismas ganas de hacer el bien.

 

 Para empezar, ¿cuál es el significado de la Misa de Envío? Como es de esperarse, no es una misa común y corriente. En esta se prepara espiritualmente a cada misionero para que vaya y sea testimonio vivo del amor de Jesús, mientras los demás los acompañamos con nuestra oración. Es por eso que las ofrendas son signos que simbolizan la misión; en nuestro caso fueron un par de zapatillas para seguir los caminos de Jesús, las cruces que recibieron como símbolo de entrega, un Evangelio para guiarlos, y la cruz y remera misionera que identifican la misión.

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Cruz misionera y remera siendo ofrecida por algunos misioneros

 

Tal como reflexionaba el Padre Claudio en su homilía, Dios obra a través de nosotros, los católicos; nuestro accionar es la voluntad del Espíritu Santo. No es una cuestión altruista o de realización personal, sino que nace del significado de ser hijo de Dios. Es imprescindible ser humilde de alma para valorar tal condición.

 

 A lo largo de la misa se recitaron algunos fragmentos de la Biblia que aluden al trabajo del misionero. Jesús es claro en el Evangelio; manda a sus discípulos a predicar sus enseñanzas a los demás (es la cita que se ve en la pared del templo, y también la que agregamos al inicio de la nota). Así, entonces, como dice el Salmo que se leyó, podemos reconocer a Jesús como el pastor que nos guía y protege, y nuestra labor como sus seguidores es salir y hacer discípulos.

 

 Esta última frase da lugar a varias interpretaciones, pero lo que es importante entender es que “hacer discípulos” no significa leerle la Biblia a cada persona que se nos cruce, sino hacérsela comprender para que logren sacar algo positivo de las enseñanzas de Jesús e implementar ese nuevo conocimiento en sus vidas. El propósito es enriquecer al otro, no adoctrinar.

 

 Uno de los momentos más emotivos de la misa fue la entrega de cruces por los padrinos de los misioneros. Al estar bendecidas no solo simbolizan entrega, también buena vida llena de esperanza. Esas son las cruces que van a llevar adelante en su pecho en todo momento. Con ellas, siempre estarán representando a la Iglesia que, si bien está a muchos kilómetros de distancia, de alguna manera está más cerca que nunca.

 

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Misioneros a punto de recibir las cruces y evangelios bendecidos

 

 Durante la Comunión cantamos “Alma misionera”, canción que resume a la perfección el significado de ser misionero y le da un cierre acorde a este artículo: “Señor, tengo alma misionera. Condúceme a la tierra que tenga sed de Dios”.

 

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