Las mujeres en el mundo laboral, ayer y hoy

Realizamos un breve recorrido de mujeres que cambiaron la historia sin recibir ningún tipo de reconocimiento, y analizamos cómo esto afecta a las generaciones de hoy en día en todo el mundo.

Por Constanza Gennaro y Giuliana Pazos

 El papel de la mujer en el mundo del trabajo siempre ha sido invisibilizado, y aunque presenciamos cambios radicales en las últimas décadas, aún es imprescindible incentivar a las niñas y mujeres a proyectar cualquier tipo de sueño que tengan, sin verlo como algo imposible o inalcanzable. Especialmente ya que en los ámbitos relacionados con la ciencia o la tecnología (matemáticas, ingenierías, etcétera), se debe romper el “statu quo” donde los hombres son vistos como los únicos capacitados para este tipo de tareas. 

 

Muchas veces, las chicas se ven desmotivadas respecto al camino que desean seguir debido a que existe una falta de visibilización de mujeres que hayan roto con este paradigma asimétrico. Sin embargo, esto no significa que no podamos encontrar varios casos en los que distintas profesionales demostraron que eran igualmente capaces que sus compañeros. Uno de los ejemplos más relevantes, en nuestra opinión, es el de Katherine Johnson, matemática afroamericana que contribuyó a que los estadounidenses pudieran viajar al espacio, y en última instancia, a la luna. Su trabajo no fue reconocido hasta muchos años después, porque en su momento quienes se llevaban el crédito por esta hazaña eran los astronautas y algunos operadores de vuelo. El mérito por sus contribuciones llegó recién casi un siglo después, pocos años antes de su muerte, a los 101 años de edad con el lanzamiento del libro Hidden Figures en 2016 y, posteriormente, con el de la película que lleva el mismo nombre. 

 

Rosalind Franklin atravesó algo similar. Supo que quería dedicarse a la ciencia tras concurrir a una conferencia de Albert Einstein, y estudió en la misma universidad que Isaac Newton. Al comienzo, su padre estaba en contra de su elección puesto que no era visto como una vocación válida para la mujer, pero ella no desistió y al final obtuvo su apoyo. Se graduó en Cambridge y defendió su tesis doctoral con una investigación sobre la composición química del carbón. Luego de estar un tiempo en París, regresó a Inglaterra con conocimientos en cristalografía. En 1952, obtuvo algunas de las imágenes con mayor nitidez de la estructura completa del ADN hasta el momento. Esto le permitió deducir que las moléculas estaban distribuidas en forma helicoidal. No obstante, quienes se llevaron el premio Nobel de Medicina por este gran aporte fueron James Watson y Francis Crick, otros colegas que utilizaron sus fotos y sus deducciones. 

 

En el ámbito artístico, Janet Sobel fue otra mujer dejada a un lado por la historia. Nació en Ucrania, pero cuando era adolescente se fue a Estados Unidos debido al antisemitismo. Comenzó a pintar a sus 45 años y fue uno de sus hijos quien dio a conocer su trabajo en la comunidad de arte de Nueva York. El crítico Clement Greenberg se fascinó con su talento, aunque la calificó solo como una ama de casa. En 1945 pintó Milky Way, su obra más famosa. Realizó, en su mayoría, abstracciones en las que utilizaba el goteo o dripping, es decir, dejar caer pintura sobre un lienzo llenándolo de pequeñas gotas y chorros. Años más tarde, el pintor Jackson Pollock saltó a la fama por utilizar esta innovadora técnica. 

 

En cuanto a la literatura, podemos nombrar a distintas autoras que debieron cambiar su identidad, y escribieron sus obras bajo un seudónimo. Entre ellas se encuentran Mary Shelley (Frankenstein, 1818), quien realizó publicaciones anónimas, las cuales posteriormente se supuso que había escrito su marido Percy Shelley. También debemos mencionar a Emily Brontë (Cumbres Borrascosas, 1847), quien utilizó el nombre de Ellis Bell. Sus hermanas, Anne y Charlotte, compartían la pasión por la poesía y la literatura. Charlotte dijo: "No nos gustaba declararnos mujeres, porque teníamos la vaga impresión de que las autoras podían ser vistas con prejuicios". Y Anne añadió: "Todas las novelas están o deberían estar escritas para que las lean tanto hombres como mujeres, y no entiendo cómo un hombre debería permitirse escribir algo que sería realmente vergonzoso para una mujer, o por qué una mujer debería ser censurada por escribir cualquier cosa que sea apropiada y convertirse en un hombre".

 

No obstante, no debemos ver estos sucesos como algo tan alejado en la historia, sino que continúan ocurriendo en nuestro día a día.

 

En el aspecto laboral todavía es muy común escuchar hablar de brecha salarial, esto es la diferencia existente en la remuneración percibida por género en el mismo trabajo. En los oficios formales en Argentina, los varones tienen ingresos un 30% mayor que el de las mujeres. Mientras que en empleos informales la brecha aumenta al 35,6%. Esto es un claro ejemplo del juicio social que considera a los hombres más capaces y los deja exentos de balancear la carga laboral con las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. Esto puede resultar como una desmotivación para aquellas generaciones jóvenes femeninas que quieran estudiar para insertarse en el mercado laboral en el futuro. 

 

A modo de conclusión, debemos incitar a las mujeres a perseguir sus sueños y aspiraciones, porque vivimos en una sociedad en la que las mujeres exitosas son constantemente cuestionadas y siempre se busca desacreditar sus logros. A pesar de que se ha logrado avanzar, aún queda mucho por cambiar. Sería una pena que tantas mentes brillantes sean opacadas, y quien sabe si una de ellas es la futura descubridora de la cura del cáncer, la escritora del próximo Frankenstein o la mujer que envíe al ser humano a Júpiter.

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