Fierros nacionales volumen 4

Nos incursionamos en la cuarta exposición de autos regionales, vulgarmente llamados “fierros nacionales”. Con la esperanza de aprender sobre la industria patria y un poco de lo que fue la belleza motorizada producida en el territorio.

  Varias personas, al principio de reojo y con vergüenza, observaban de lejos los autos. Sin embargo, la curiosidad se impuso ante ellas y se adentraron. Avellaneda, se caracteriza por hacer estas exposiciones las cuales, cargadas de historia, nos llevan a conocer a los más chicos y a recordar a los más viejos. Lo que fuimos, lo que somos y lo que vamos a ser. Su entrada es completamente gratuita y la disponibilidad horaria es amoldable a la rutina dominguera de cualquier interesado.

 

 Adentrándonos al tema vehículos, hay muchos modelos y diseños, pero nos vamos a adentrar en los clásicos.

 

 En primera instancia, había muchos rastrojeros, un camioncito liviano que fue diseñado para trabajos rurales. Posee fácil financiación y mantenimiento, por lo cual se convirtió en un elegido del pueblo trabajador rápidamente. Este es un verdadero clásico argentino.

 

 Chatita, Sedán y Furgón Justicialista: estos autos eran íntegramente de producción nacional. Una chata con caja metálica, un Sedán 2 puertas y un rural. El golpe de estado de 1955 decide desarticular todos los proyectos y se prohíbe la simbología justicialista, que en las fotos se pueden ver claramente. Así pasa a llamarse Sedán Graciela.

 

 I.A.M.E v8: La máxima expresión de la fábrica estatal. Motor modular refrigerado a aire íntegramente nacional, diseñado por el ingeniero Ambrosio Taravella. Iba a motorizar toda la línea justicialista, pero el sangriento golpe de 1955 desmanteló todos los proyectos.

 

 Una pieza muy interesante que se expuso fue el mismo modelo de auto con el cual Julio Sosa, a bordo de su encantador modelo 1964 DKW Fissore Auto Unión, se estrelló en el barrio porteño de Palermo. Él, fue un cantante uruguayo de tango que alcanzó la fama en Buenos Aires y Uruguay en las décadas de 1950 y 1960, siendo uno de los mayores íconos de la historia del género.

 

 Cada auto contenía su respectivo cartel que indicaba características como la potencia, sistema de combustibles, velocidades, capacidad combustible, frenos (delanteros y traseros), neumáticos, color, modelo y su velocidad máxima. Por lo que, si era desconocido para el espectador, el auto sería fácil de identificar.

 

 Se pudo ver piezas históricas como por ejemplo “La razón de mi vida”, autos coleccionables de la época, revistas peronistas y más artículos que para historiadores son de vital importancia para reconstruir pieza por pieza la historia de la argentina.

 

 Otra cosa importante, fue la puesta en escena de una auditoría con asientos y a oscuras para ambientar al espectador. Esto invitó a varias personas a escuchar la historia de estos carros y su contexto socioeconómico y cultural.

 

 Estas exposiciones atraen gente de todas partes y dan una mano a los comercios de alrededores. Una fila de móviles de comida rápida se asentó en la calle principal. Tal así, que el espectador podía disfrutar de la vista de los coches como también de un delicioso trago o un sándwich hecho en el momento. Lo que llamó la atención fue que no hubo vendedores de coleccionables (logos,chapas,manubrios,autitos) como en anteriores veces, donde se pudo ver una amplia gama de objetos recolectables. 

 Para los más curiosos, los dueños de los autos estaban a la disposición para ser preguntados acerca de su auto. Personalmente nos atrevimos a preguntarle a uno de estos propietarios y nos respondió con el mayor de los entusiasmos. Así pudimos reconocer la historia  de Julio Sosa y su auto.

 

 La gente enloquecida, los niños corriendo de lado a lado en la estación, reconocida plaza que fue hecha a partir de ella y los ancianos recordando su pasado manejando estas reliquias. Era un poco de lo que se podía percibir.

 Sin embargo,  como todo tiene su fin, la “EXPO” (comúnmente llamada por los lugareños) a las 19:00hs finaliza.

 Concluyó, con una hermosa puesta de sol, en la cual muchos aprovechan a sacar fotos con tal vista. Poco a poco los fierros partían y los más fanáticos se quedaron a escuchar la melodía  de sus motores. Alguno que otro se hacía el loco y lo “pisaba a fondo”, algo que molestó un poco a los vecinos, pero nada del otro mundo.

 

 Queríamos aprovechar a mencionar a Joaquín Gonzalez, exitoso músico y gran amigo que se ofreció a ayudarnos en el reconocimiento de autos, y nos guió entre la multitud para reconocerlos.

 

 

Auto de Julio  Sosa. su encantador modelo 1964 DKW Fissore Auto Unión

 

 

 

Auditoría en la cual varios espectadores se alojaron

 

 

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