Las Emily’s revolucionarias

Emily Brontë y Emily Dickinson son dos de las escritoras más conocidas por sus clásicas obras que se han ganado el amor y respeto de los lectores a lo largo de los años. En este artículo, les contamos más sobre ellas y también nos proponemos analizar algunos de sus poemas para comprender mejor qué es lo que las hizo destacar y revolucionar a la poesía en sus respectivos tiempos. 

 Las Emily’s revolucionarias

Por Bárbara Gelbort y Kiara Peloso.

 

A la hora de hablar de clásicos, los nombres de Emily Brönte y Emily Dickinson surgen con naturalidad. ¿Qué fue lo que escribieron que puso de cabeza a dos de las más feroces potencias mundiales? Desde libros brutalmente honestos, seudónimos engañosos y poemas jamás publicados que darían inicio a una nueva época en la poesía, estas son ellas.

 

Emily Dickinson: La poeta que jamás se enteró de que lo llegaría a ser.

 

Nacida en Amherst, Massachusetts, en 1830, Emily Dickinson se convertiría años después en una de las poetas más reconocidas del mundo por su impecable talento y maravillosa capacidad de explayar sus sentimientos en tan solo un par de líneas. A lo largo de su vida, Dickinson no publicó casi ninguno de sus poemas y, de hecho, no fue hasta que tras su muerte en 1886 que su familia encontró alrededor de 1800 poemas que más tarde serían publicados en diferentes variaciones de libros que diferenciaban de publicación en publicación. 

Los únicos diez poemas publicados durante su vida fueron extremadamente alterados para que cumplieran las típicas reglas de la poesía, las cuales ella no respeta ⎯¿acaso podemos empezar a ver por qué fue tan revolucionaria?

Pero Emily Dickinson fue mundialmente renombrada por un par de cosas, una de ellas siendo su uso de the em dash “–” (en español, “el guión eme”), y su variación a lo largo de los años. Si uno estudia sus poemas, notará que en los más tempranos utilizaba mucho los signos de exclamación, y más tarde, comenzó a hacer uso de the em dash. Esto se debe a varios factores, como por ejemplo la necesidad de acentuar aún más sus palabras y transmitir esta emoción intensa que buscaba enfrascar en sus poemas, y otra que le permitía crear esta pausa entre palabras que no se podía dar con ningún otro signo. Ella inventó esta nueva forma de expresarse, una nueva manera de escribir poemas. 

Otra de las razones por la cual Dickinson se ha destacado es por su revolucionaria forma de escribir. Aún si pasó la gran mayoría de su vida aislada (sí, sin necesidad de una pandemia de por medio; siempre plantó tendencias), Emily tenía una imaginación deslumbrarte, y esto se refleja en sus poemas. Emily se caracterizaba por hablar de temas no necesariamente hablados, o los tomaba por un carril diferente. A diferencia de otros autores, Dickinson escribió múltiples poemas sobre la muerte, pero a su vez, fue capaz de escribir poemas sobre su amor eterno, la esperanza y las flores de su jardín… 

Ahora, pasemos a analizar un poco la escritura de esta más que talentosa poeta. Los poemas están numerados (esos son sus títulos) por orden cronológico de escritura:

254

 

La esperanza es esa cosa con plumas –

Que se posa en el alma –

Y entona melodías sin palabras –

Y no se detiene – para nada –

 

Y más dulce – en el Vendaval – es oído –

Y feroz tendrá que ser la tormenta –

Que pueda abatir al Pajarillo

Que a tantos ha dado abrigo –

 

La he escuchado en la tierra más fría –

Y en el Mar más extraño –

Más, nunca, en la Inclemencia

Ha pedido una sola migaja – de Mi.

 

En el primer verso de este poema Emily se refiere a la esperanza como una “cosa con plumas” que danza dentro del espíritu de los humanos. Al referirse a su forma de expresión como una “melodía sin palabras” y algo que no se detiene, Dickinson quiere decirnos que aún si no somos capaces de percatarnos de ella, la esperanza siempre está allí, sin fin, sin fecha de caducación. 

Luego pasa a hablar de aquello que será capaz de detener ese canto de, quien ahora revela, el pajarito. Se necesitará de una enorme tormenta para que aquello ocurra, dice ella, haciendo referencia a que es casi imposible. 

Al escribir “Que a tantos ha dado abrigo”, nos cuenta que la esperanza ha salvado a muchas personas. 

Cierra el poema con una experiencia personal, íntima, contándonos que en “la tierra más fría” (posiblemente haciendo una referencia a un momento muy duro para ella, oscuro incluso), la esperanza la salvó, y que en ningún momento pidió algo de ella. 

 

84

 

Su pecho es propicio para perlas,

Pero yo no soy un “Buceador” –

Su frente es propicia para tronos

Pero yo no tengo penacho.

Su corazón es propicio para un hogar—

Yo—un Gorrión—construyo ahí—

Con la dulzura de las ramas

Mi perenne nido.

 

Lo que hace a este poema tan particular es cómo en tan pocas líneas es capaz de analizar y romper con todo lo que es una persona, más allá de su belleza física e intelectual, dejándolo de lado y sintiéndose capaz de amarla sin medidas.

Comienza hablando de que “su pecho es propicio de perlas”, haciendo referencia a que es una mujer bella, que debería de estar llevando y vistiendo prendas caras y elegantes, dignas de ser modeladas por una mujer como ella. Al decir que no es un “buceador”, el narrador nos dice que aquello él no puede dárselo, pero continúa el poema de forma de que nos dice que de alguna manera, logrará darle su todo. 

Sigue hablando de su frente, lo cual puede resultarnos un tanto extraño tal vez, pero en realidad se refiere a la cabeza (por decirlo de alguna manera) de esta mujer. No es solamente físicamente hermosa, sino que su mente también lo es. Al decir que es “propicia para tronos”, nos cuenta que podría ser la cabeza de un reino, dirigir un país. El narrador la cree capaz de todo. 

El poema concluye hablando del corazón de esta dama y utilizando como recurso a las aves una vez más (ya había utilizado al penacho, una agrupación de plumas que tienen varias aves, y ahora menciona al Gorrión, otro tipo de ave), le dice que allí construirá su hogar él, con su mayor dulzura, amor, y dedicación. 

 

335

 

No es que el Morir nos duela tanto –

Es el Vivir – lo que nos duele más –

Pero el Morir – es un camino distinto –

Una Variedad detrás de la Puerta –

 

La Costumbre Sureña  – del Pájaro –

Que antes de que lleguen las Heladas –

Acepta una Latitud mejor –

Nosotras – somos los Pájaros – que se quedan.

 

Las Ateridas en torno a las puertas del Campesino –

Por cuya Miga reacia –

Pactamos – hasta que las Nieves compasivas

Persuadan a nuestras plumas a Casa.

 

Este poema aparece en el final de una de sus cartas a sus primas Louise y Frances Norcross. El poema puede leerse como un himno o, mejor dicho, cantarse como uno. También es muy estético, ya que utiliza las letras mayúsculas a propósito.

Se trata de una persona que está de pie en el marco de la puerta; la puerta entre la Vida y la Muerte, sin saber qué le depara. Mira hacia su vida, el Sur, donde ve a un pájaro (podemos notar la repetición de este elemento en muchos de los poemas de Dickinson) que en vez de quedarse vivo y tener que sufrir la helada, decide caminar a través de la puerta, dejando la vida atrás, aceptando lo que el destino le depara. 

En vez de ello, Emily se identifica con los pájaros que no vuelan a través de la puerta, que se quedan del otro lado, vivos, destinados a sufrir. 

Es entonces que el frío causa que se vuelva rígida, y se da cuenta de que ha tomado la decisión incorrecta. Es entonces que queda a la espera de la próxima nevada, que espera sea más compasiva, para que la persuada, la empuje, la dirija a su casa. Con “Persuadan a nuestras plumas a Casa”, Dickinson no nos habla de regresar a su hogar con una cálida chimenea esperándola después de un día frío, sino más bien de su triste y trágico final. Aquella frase representa a la muerte en sí, al gran final de su sufrimiento que escoge ignorar, que solo logra ponerla en más sufrimiento aún.

Retrato de Emily Dickinson.


Emily Brönte: La hermana brutal dentro de la familia Brönte.

 

Nacida el 30 de julio de 1818, Emily fue la quinta de seis hermanos. Durante su infancia, creó junto a sus hermanas un mundo de ficción formado por tres países imaginarios: Angria, Gondal y Glass Town; solían jugar a inventarse historias ambientadas en cada uno de ellos. Fruto de aquella fantasía apareció “Cumbres Borrascosas”, que publicó bajo el seudónimo masculino de Ellis Bell en 1847. 

Inicialmente fue juzgada con dureza por los críticos de esos días, que la catalogaron como muy salvaje, de estilo rudo y de una composición bastante torpe. Esa crítica áspera de los comienzos, cuestionaba sobre todo una innovadora estructura de Emily Brontë que establecía considerables diferencias con respecto a las corrientes narrativas basadas en la apreciación de las costumbres y en el idealismo satírico imperantes por entonces, en la restrictiva sociedad británica del siglo XIX.

Inmersa en ese ámbito, toda mujer de esa época vivía en un mundo que no la comprendía. Su papel y sus ocupaciones estaban muy delimitados y la literatura y el arte en general, le estaban vedados. Contra esos prejuicios, Emily Brontë se propuso luchar tenazmente y hasta las últimas consecuencias; con las únicas armas con que contaba: su poesía intuitiva y original, su prosa impetuosa y su espíritu romántico y a la vez indomable.

Ahora vamos a pasar a analizar algunos de sus poemas más aclamados de esta revolucionaria:

 

Esperanza

 

La Esperanza solo fue una amiga asustadiza;

se sentaba al otro lado de la reja de mi celda

a observar cómo se iba cumpliendo mi destino,

igual que hacían los hombres de corazón egoísta.

 

En su miedo, podía llegar a ser cruel:

a través de los barrotes, un lúgubre día,

miré hacia fuera para verla ahí,

¡y ella apartó su rostro!

 

Como un falso guardián haciendo una guardia falsa,

aun cuando había lucha, ella susurraba paz;

cantaba mientras yo lloraba,

pero, si yo escuchaba, se callaba.

 

Era falsa e implacable:

cuando mis últimas alegrías cubrían el suelo

y hasta la Pena miraba con remordimientos

aquellas tristes reliquias desperdigadas,

 

La Esperanza, en cambio, cuyo rostro habría sido

un bálsamo para mi convulso dolor,

abrió sus alas y se remontó a los cielos,

se marchó, ¡y jamás volvió!

 

A diferencia de Dickinson, Brontë tomará un camino completamente distinto para hablar de la esperanza; mientras Dickinson hablaba de que jamás la abandonó y que siempre estaría allí, incluso de que la salvó, Brontë nos contará su experiencia siendo abandonada por la esperanza. 

Para ello utiliza como recurso la personificación, haciendo referencia a la esperanza como una amiga. Emily relata haber sido ignorada por esta amiga, incluso en el peor de sus momentos aunque, a su vez, narra cómo jamás dejaba de cantar la paz; en cierto modo, esta es una manera de Brontë de hacernos ver que de cierto modo, ella era consciente de que la esperanza estaba allí, solo que no podía alcanzarla y que, cuando estaba a punto de hacerlo, ésta desaparecía. 

Finalmente esta amiga la traiciona, marchándose una vez que Emily está en el peor de sus momentos. Justo cuando más la necesitaba, desplegó sus alas y se marchó, dejando que Brontë cayera contra el piso, casi imposible que se levantara. 

A diferencia de Dickinson, plantea el lado negativo de la esperanza, o más bien, como en ciertos momentos no alcanza. 

 

Afinidad

 

No debería haber desesperación para ti

mientras ardan las estrellas nocturnas;

mientras la tarde derrame su silencioso rocío

y la luz de sol bañe en oro la mañana.

 

No debería haber desesperación... pero las lágrimas

puede que fluyan como un río:

¿no están aquellos a quienes más quisiste

alrededor de tu corazón para siempre?

 

Ellos lloran, tú lloras, así debe ser;

los vientos suspiran cuando tú suspiras,

y el invierno su pena sepulta bajo la nieve

donde yacen las hojas caídas del otoño;

 

sin embargo, estas reviven, y de su destino

tu destino no puede separarse:

emprender, pues, el viaje, aunque no sea agradable,

corazón que nunca se ha roto.

 

Este poema transita la pérdida de un ser amado y el duelo que esto conlleva. Pero no se refiere a la pérdida de alguien debido a su muerte, sino más bien a una separación; a una persona que la abandonó y le rompió el corazón. 

En el primer verso se dice que no debería de sufrir por esta otra persona, que debería seguir adelante y que aquellos a quienes ama están allí, para ella, ¿no debería de estar bien? Emily Brontë utiliza una herramienta particular en la poesía, mediante la cual le habla a un “tú” que es ella misma, intentando convencerse y, de cierto modo, consolarse. 

Es tanto el desarme que le deja esta ruptura de corazón, que Emily nos cuenta cómo es que termina afectando a todos sus seres amados, y como no puede seguir fingiendo que la vida tan solo sigue y que todo está bien. Al hablar de la nieve del invierno y las hojas del otoño que esta cubre, ella nos demuestra que está tapando este dolor que siente, intentando ignorarlo. 

Al final del poema cede, tomando la decisión de emprenderse en este camino en el cual se encontrará a ella misma una vez más, en búsqueda de la felicidad, una vez más. 

Estrofas

 

Aun censurada, siempre regreso

a aquellos sentimientos que nacieron conmigo.

Abandono la agitada búsqueda de la riqueza,

Los vanos sueños que nunca ocurrirán.

 

Ya no añoro la región de las sombras.

Monótona se expande su estéril vastedad.

Legión tras legión se alzan mis visiones

y me acercan, qué extraño, el mundo irreal.

 

Caminaré, mas no sobre viejas huellas heroicas.

No por los senderos de la noble moralidad

ni entre rostros inciertos,

nebulosas formas del rancio pasado.

 

Caminaré allí donde mi naturaleza me lleve,

pues me humillaría elegir otro guía.

Donde pastan entre helechos los grises rebaños,

allí, a la montaña, donde brama el viento salvaje.

 

¿Qué importantes secretos revelan los montes solitarios?

Gloria y aflicción inenarrables:

la Tierra despierta el corazón humano

y une ambos mundos, Cielo e Infierno.

 

En este último poema, la mejor manera de analizarlo es mediante la lectura del mensaje final del poema en sí: el desesperado escape de Emily Brontë de la sociedad, en busca de un contacto, de retorno, con la naturaleza. 

Emily decide abandonar a su “sueño” (¿es realmente su sueño, o el sueño que la sociedad le inculcó que debería tener?) de la riqueza, y se marcha, de pie, dejando todo atrás, en busca de la nada misma: se está dejando llevar por la naturaleza, a dónde sea que esta la lleve. 

Y es la misma naturaleza la cual le mostrará entonces el verdadero significado de la vida, dándole finalmente sentido a la vida. 

Esperamos que hayan disfrutado de este artículo y los análisis de estos poemas. ¡Los invitamos a hacer sus propias interpretaciones de ellos y dejarnos sus análisis en los comentarios!

 Retrato de Emily Brontë.


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