1984 ¿Ficción o Realidad?

Podemos afirmar que en la novela 1984, George Orwell fue, indudablemente, un adelantado para su época, relatando sucesos que evidentemente ocurren hoy en día. Por tal motivo en este breve artículo se llevará a cabo una comparación entre el mundo contemporáneo y el relatado en 1984, haciendo foco en, a mi parecer, las tres semejanzas más importantes.  

                                                                                                              1984

                                                                                                ¿Ficción o Realidad?

                                                                                                   Por Ana Serignese

    “La guerra es paz”.

    "La libertad es esclavitud”. 

    “La ignorancia es fuerza”.

     Estos son los tres lemas característicos del perturbador y maravilloso libro del escritor británico Eric Arthur Blair, más conocido por su seudónimo, George Orwell.

    En el mismo el autor nos sitúa en un Londres tétrico y distópico en el que la libertad, la verdad y el juicio individual no existen y, donde la revelación y la oposición al sistema conllevan a un castigo inaudito: la desaparición. 

    Podemos afirmar que en esta novela Orwell fue, indudablemente, un adelantado para su época, relatando sucesos que evidentemente ocurren hoy en día. Por tal motivo en este breve artículo se llevará a cabo una comparación entre el mundo contemporáneo y el relatado en 1984, haciendo foco en, a mi parecer, las tres semejanzas más importantes.  

 

Telepantallas y teléfonos móviles

 

    El escritor británico estuvo bastante acertado al hablar sobre las llamadas “telepantallas” y la constante observación a través de ellas. Las telepantallas son, evidentemente,  unas pantallas las cuales transmiten mensajes institucionales y recopilan información del entorno. Según se explica en el libro, las mismas “eran capaces de captar cualquier sonido que hiciera Winston ⎯personaje principal⎯ por encima de un susurro muy bajo, es más, mientras estuviera en el campo de visión dominado por la placa metálica podían verle y oírle”.

    Hoy en día con la aparición de celulares inteligentes se recrea a la perfección el concepto anteriormente mencionado. Con nuestros Smartphones somos capaces de ver, pero también de que nos vean y asimismo que puedan registrar nuestra actividad mediante las acciones más cotidianas que realizamos constantemente, como por ejemplo, un simple like en Instagram o un retuit en Twitter.

    “Tenía usted que vivir ⎯y en esto el hábito se convertía en un instinto⎯ con la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos serían observados”.

    (Winston Smith, 1984, sobre las telepantallas)

 

Ministerio de la verdad y medios de comunicación

    “La televisión que pretende ser un instrumento que refleja la realidad, acaba convirtiéndose en un instrumento que crea la realidad”

  (Pierre Bourdieu, 2005)

 

    Una de las cuatro  instituciones que existen en la novela es el llamado “Ministerio de la verdad” en donde se modifican los viejos titulares y los recuerdos para así manipular a la población. 

    La frase del sociólogo francés, Pierre Bourdieu, relata la misma idea que Orwell nos quería transmitir y la cual se hace presente hoy en día: los medios de comunicación nos manipulan abiertamente y sin ningún tipo de escrúpulo. 

   Como en el libro, donde se crea una diferente realidad constantemente mediante la modificación del pasado, el presente y el futuro, en el mundo contemporáneo podemos ver esta manipulación en, por ejemplo, las fake news, las cuales son creadas por los mismos medios con el objetivo de desinformar y desorientar a las personas. 

   “Y, después, algún cerebro privilegiado del Partido Interior elegiría esta o aquella versión, la redactaría definitivamente a su manera y pondría en movimiento el complejo proceso de confrontaciones necesarias. Luego, la mentira elegida pasaría a los registros permanentes y se convertiría en la verdad”

    (Winston Smith, 1984, sobre el labor del ministerio de la verdad)

 

Los crimentales y la presión social 

 

    “La libertad de pensamiento trae más peligros que la autoridad y el despotismo”

 (Michael Foucault, 1966)

    Indudablemente esta última diferencia puede llegar a ser la más controversial pero, a mi parecer, también es la más contundente y real.

    En 1984, a las personas que poseían un pensamiento “políticamente inaceptable”, es decir, diferente a lo que dictaba el partido, se las acusaba, detenía y reprimía por cometer lo que se llamaba “crimental”. Y, no es una novedad, que hoy en día las tendencias marcan el pensamiento de miles de personas y, si por algún motivo, se discrepa con ellas uno queda excluido hasta el punto tal de llegar a ser catalogado como una persona “incoherente” u “retrógrada”. 

    Esta exclusión, tranquilamente, puede marcar una muerte o represión simbólica, ya que a nadie le gusta quedar excluido y por lo tanto se concuerda, aunque en realidad no se coincida, con lo que las personas que marcan estas tendencias establecen. 

    Y, al igual que en este libro, los “crimentales” son de las mayores preocupaciones del sistema puesto que pensar libremente y construyendo un juicio propio conlleva un gran peligro para los represores ya que los que piensan por sí mismos y no se dejan llevar por la corriente son los que podrían cambiar el rumbo de las cosas, los que podrían despertar al resto, los que mayor riesgo suponen. 

    “El ideal del Partido era inmenso, terrible y deslumbrante; un mundo de acero y de hormigón armado, de máquinas monstruosas y espantosas armas, una nación de guerreros y fanáticos que marchaba en bloque siempre hacia adelante en unidad perfecta, pensando todos los mismos pensamientos y repitiendo a grito unánime la misma consigna, trabajando perpetuamente, luchando, triunfantes, persiguiendo a los traidores… trescientos millones de personas todas ellas con la misma cara.”

    (Winston Smith, 1984, sobre el ideal del partido)

Winston Smith en el ministerio de la verdad recreando artículos del pasado para que se correspondiesen con el presente. 



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