A puño y letra: pocas palabras que no fallarán en deslumbrarte.

Algunos estudiantes del ciclo superior de la escuela compartieron con nosotros sus breves y bellos poemas. Desde caramelos ácidos, encuentros revolucionarios, corazones rotos y partidas de ajedrez, los invitamos a que se pongan cómodos, y se deleiten con tan solo leer unas palabras…

 

Noches de Domingo

 

Te vi un domingo,

paseabas por el centro,

tenías algo especial.

 

Poseías la capacidad de conmoverme.

 

Recuerdo haberte soñado el jueves,

y como me estremecí al verte.

 

Ese día desperté con la ventana abierta,

al igual que mis ilusiones.

 

El sol nombró varios jueves hasta que volví a verte,

muchas noches con las ventanas e ilusiones closed.

 

Hasta que volviste a mí,

noche estrellada, etérea,

perfecta.

 

Mis ojos se cerraron y entraste en escena,

 

estabas ante mí,

brillante y radiante como estrella,

al verte otra vez me sentí tan viva,

como si solo fuese una libre sinfonía.

 

Creí que al despertar te olvidaría,

por eso te encerré en esta poesía.

 

Ese día conocí tu perfección,

vos mis ruinas.

Tuvimos besos en prosas,

y conocí las verdaderas mariposas.

 

 

– Guadalupe Rizzo, estudiante de 5ºB.

  “Tuvimos besos entre prosas, y conocí las verdaderas mariposas." 

 Partida de ajedrez

 

Me tomaste por sorpresa, 

y lo debo admitir –

Juraba ser más inteligente 

de lo que realmente fui. 

 

Dolió que jugaras conmigo 

como si fuera una pieza de ajedrez, 

pero aún más dolió 

que me hayas ganado – 

 

¿No era que nunca antes habías jugado? 

 

Pretendiste ser débil

y te vulneraste frente a mí – 

En toda posible dirección, 

con cuidado te moviste 

de lado a lado; 

parecía ya indiscutible 

el siguiente de tus movimientos, 

 

¿Acaso no todos lo anticipábamos?  

 

Pero de repente, 

en medio del despiste, 

resultó que cada uno de esos movimientos 

que tan naturales y espontáneos juraban ser,

meticulosos, fríos

y calculados terminaron tornándose…

 

Sólo me queda preguntarte, 

¿Cómo pudiste? 

 

Moviste el peón hacia la izquierda, 

y la torre en diagonal – 

Rompiste toda regla en existencia, 

saliste por debajo de la cubierta; 

te abriste paso por un camino ya cerrado – 

Aquel que prohibido debería haber estado. 

 

Ibas por mi caballo,

no por mi rey – 

¿Por qué descuidaste a tu reina 

si sabías que necesitaba la defensa? 

 

Pues porque entonces tú entrabas 

por donde creí confiaba –

Te hiciste camino por allí 

para desenmascararte y murmurar: 

“Jaque mate” – 

 

¿Acaso eso había sido yo para ti? 

¿Una maldita y simple partida de ajedrez? 

Porque desde aquí pareciese que sí – 

Que para ti

no más que eso fui. 

 

– KiaraAilén Peloso, estudiante de 6ºA.

 

"¿Por qué descuidaste a tu reina si sabías que necesitaba la defensa?"

 "¿Por qué descuidaste a tu reina si sabías que necesitaba la defensa?"

Soy –somos– carencia

Siempre viví con ese miedo de que te vayas.

De que te vayas y me rompas,

De que me rompas el alma en pedacitos tan chicos que no vaya a poder pegarlos ni con el pegamento más fuerte del mundo.

Porque siempre tuve el alma fuerte, porque nadie había tenido fuerza para romperla. 

Pero llegaste vos, llegaste vos y fue la patada más fuerte que me dieron en toda mi vida.

Fue raro porque casi ni la sentí, pero estuvo.

Fue lenta, ¿entendés?

Y hay veces que me pregunto si fui yo el culpable de todo, si la patada me la tuviste que dar porque los susurros no los escuchaba, 

porque los gritos nunca me parecían importantes, solo exagerados.

Si tuviste que patearme porque no dabas más, o porque querías romperme el alma.

Porque vos ya estabas rota, porque yo te había pateado tantas veces que tenías que agarrarte los pedacitos que se te caían. 

Y me perseguías.

Y cuanto más me perseguías, más rápido ibas, y más pedacitos se te caían.

Y a veces me gusta culparte por mis miedos, por las patadas o por los gritos que ignoraba, por todo eso que nunca voy a admitir. 

Porque me da miedo que me rompas, que me rompas el alma en pedacitos tan chicos que no la pueda arreglar ni siquiera con los que a vos se te caían.

 

– Escrito por un/a estudiante que prefiere permanecer en el anonimato.


"Pero llegaste vos, llegaste vos y fue la patada más fuerte que me dieron en toda mi vida."

 "Pero llegaste vos, llegaste vos y fue la patada más fuerte que me dieron en toda mi vida."

 

LIPO

Estoy despojada sentimentalmente.

Me voy a dedicar a pegar los envoltorios de todos los caramelos ácidos que me comí en lo que va del tiempo cursado.

La poesía es el otro lado, este no es el otro ramo de flores que se marchitan en otoño porque no tienen besos acaramelados.

Porque los caramelos míos son ácidos.

Y las flores me han dicho, y contado, que a ellas no les gustan, mis caramelos ácidos.

 

– Agustina Lucía González, estudiante de 6°A.

 

"Y las flores me han dicho, y contado, que a ellas no les gustan mis caramelos ácidos."

"Y las flores me han dicho, y contado, que a ellas no les gustan mis caramelos ácidos."

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