Una ayuda más

Se sabe que todos los años nuestra institución realiza el viaje a Añatuya, Santiago del Estero, donde el grupo misionero se encarga de alcanzar a ciertas escuelas todo tipo de donaciones, desde juegos de plaza hasta grandes cantidades de alimentos. Pero, ¿sabe uno que pasa una vez que los misioneros dejan la ciudad de Santiago? ¿Como hace la gente para subsistir con las donaciones que nuestro grupo les otorga durante un año entero?

Es por eso que hoy les venimos a contar sobre una nueva tarea de la que los misioneros se están encargando. Para finalizar este ciclo lectivo se le fue pedido al grupo solidario que ayude a recaudar más alimentos para una nueva propuesta. En la localidad Libarona, de Santiago del Estero, fue inaugurado este mismo año un merendero para los niños del lugar.

Marta, una señora de allí, tuvo la intención de poder ayudar a los nenes de varias edades que no tienen las mismas condiciones que nosotros y que, de no ser por ella, no podrían alimentarse apropiadamente. Así que tuvo la brillante idea de organizar un merendero en su propia casa. Ella con sus propias manos amasa todas las mañanas cientos de panes y cocina para una gran cantidad de chicos, los cuales todas las tardes se acercan a su casa para poder tener una merienda como les corresponde. Lo que Marta nos pide para su merendero llamado “El Don Pibe” es la colaboración con alimentos para que ella pueda proveérselos a estos nenes. 

La tarea del grupo misionero para esta última etapa consiste en reunir alimentos tales como leche y cacao en polvo, harina, galletitas y demás, los cuales son mandados por encomienda a la localidad de Libarona, más precisamente al merendero “El Don Pibe” y allí Marta se encarga de cocinar para que los chicos de la localidad puedan irse a sus casas con los estómagos satisfechos y volver al otro día con las mismas ganas. Además de darle una buena alimentación, ella permite que los chicos jueguen en su casa y pasen un buen rato.

El objetivo principal es el anteriormente mencionado: que aquellos nenes que no tienen los mismos recursos que nosotros puedan disfrutar de una tarde normal, jugando con sus amigos, realizando actividades propuestas por las personas a cargo del merendero y comiendo sanamente para tener más energía.

Los misioneros ya conocen esta localidad y cada año los nenes del lugar nos reciben con los brazos abiertos y una sonrisa enorme, siempre llenos de ganas de jugar y divertirse con nuestro grupo. Muchos de los participantes del grupo misionero se sienten encariñados con ciertos nenes que han conocido años anteriores y que los esperan con los carteles con sus nombres: no hay manera de que estos chicos no te saquen una sonrisa en el peor de tus días; y por esto es entendible que las ganas de ayudarlos a tener un día normal en el que puedan jugar y merendar no sean más que infinitas. 

 

Por este mismo sentimiento es que Marta pide ayuda constantemente, tanto a nosotros como a otras iglesias y a cualquier otra persona que pueda acompañarla con una mano para su adorado merendero “El Don Pibe”; estos nenes necesitan de nuestra ayuda y es hermoso ver cómo con un simple gesto como acercar un paquete de harina o leche en polvo a los chicos que la recaudan para Libarona podes estar cambiándole el día completamente a muchos nenes de la localidad de los que no tenemos conciencia cuánta falta les hace una tarde de merienda, que gracias a Marta puede volverse una realidad.

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