PUNTO Y COMA: La ternura de las palabras

Las alumnas Kiara Peloso (4°A) y Julia Dressl (2°A) compartieron con la Sección Literaria dos escritos colmados de amor, ¡valiéndose del tercer puesto en el concurso literario Punto y Coma!

Eligiendo al romanticismo como la temática principal de sus escritos, ambas autoras supieron darle una mirada optimista y esperanzadora al amor. La alumna Kiara Peloso, por un lado, puso foco sobre las despedidas y la calidez de un dulce reencuentro, mientras que Julia Dressl nos genera un nudo en la garganta al recordarnos todas las cosas que alguna vez callamos, invitándonos a gritarlas de una vez por todas. ¡Enhorabuena a las autoras por relatos tan tiernos!

A continuación, invitamos a los lectores de Loreto ATR a leer los cuentos ganadores:

 

Es siempre la persona en la que pensás cuando escuchás una canción de amor…

Kiara Peloso

  Las luces se habían apagado hace un largo rato en aquella diminuta sala de estar, en la que el grupo de amigos se encontraba disfrutando de una fiesta pequeña para celebrar el fin de curso. No todos habían pasado de año aún, pero de igual manera habían logrado llegar vivos al fin del año, y eso era más que suficiente. La música clásica para fiestas de adolescentes retumbaba al máximo volumen posible, y el alcohol en el sistema de aquellos que seguían bailando, aunque ya eran pasadas la medianoche y habían estado bailando desde las nueve, era cada vez más y más alto. En una de las esquinas de la sala, una pequeña mesa con bebidas para todo aquel que quisiese y una joven castaña con la mirada fija en sus amigos descansaba sin hacer ningún aporte a la escena.

Los ojos de la joven se movían de lado a lado, intentando memorizar cada pequeño detalle de la escena; era loco pensar que esta sería la última vez que los viese, y que, probablemente, ellos no recordarían casi nada debido a la cantidad de alcohol que habían consumido. Tal vez no era tanto, pero ella sabía muy bien que era lo suficiente para despertarse la mañana siguiente y no recordar ni cómo habían llegado a sus casas. Tomando un sorbo de su vaso con jugo de manzanael cual ella había traído especialmente para el consumo propio, una voz grave pero no muy alta casi provoca que el contenido del vaso se volcase sobre su vestido.

- Así que, ¿no estás disfrutando de la fiesta? -Volteándose casi inmediatamente, su rostro y el del chico de cabellos negros quedaron a menos de tres centímetros de distancia, y una sonrisa juguetona se formó en sus labios.

Manteniendo la respiración, la chica se volteó hacia la pista y se movió un poco hacia la derecha, dejándole espacio al chico para colocarse a su lado.

-Nunca fueron mi cosa favorita - dijo la chica, volviendo a tomar de su vaso-. Pero supongo que tampoco puedo decir que no la estoy disfrutando. Es bueno ver a tus amigos pasarla bien.

-Yo opino que sería aún mejor si también la pasaras bien vos, ¿sabés? - El chico extendió el vaso para tomar otro vacío y servirse un poco del jugo de manzana. La chica no objetó, para sorpresa del joven.

-No creo pasarla mejor de lo que lo estoy haciendo en una fiesta así - Murmuró ella, viendo cómo el chico bebía de su vaso.

Pasaron un par de minutos sin que ninguno de los dos dijera nada, hasta que él apoyó su vaso sobre la mesa y le extendió una mano a la chica- ¿Querés salir de acá un rato?

La chica lo miró con sorpresa, y luego dirigió su mirada a sus amigos disfrutando de la fiesta. Su mente le decía que no, que no cayese en los juegos de aquel chico una vez más. Pero, ¿qué tanto podría hacerlo? Partía en menos de veinticuatro horas a un país que quedaba a miles de kilómetros de él, y con tan solo bloquearlo podría pretender que nada de esto había ocurrido.

Asintiendo, tomó su mano y se dejó guiar. Sin importarle si alguien los veía, ya que, una vez más, nadie estaba lo suficientemente sobrio como para recordarlo al día siguiente. Luego de subir por las escaleras sin que sus manos se separaran por una milésima de segundo, el chico abrió con una mano la pequeña ventana, que ella reconoció casi inmediatamente. Pasando por ella con cuidado, fue él quien la ayudó a poner el pie en aquella terraza, donde millones de momentos con él y sus amigos habían quedado grabados. Se sentaron en el suelo, mirando a las estrellas, sin decir una palabra por un largo rato. Era un silencio cómodo; un hielo que ninguno de los dos quería romper, pero ambos sabían que debían.

-No puedo creer que los hayan dejado hacer esta fiesta- Comenzó ella, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja.

-Es que no lo hicieron- Respondió él, con una sonrisa pícara en sus labios, y la chica rió; era más que obvio.

-Claro, me olvidé que tus papás jamás permitirían que esto ocurriera bajo su consentimiento…

Ambos rieron luego del comentario, y fue casi imposible que el silencio cómodo no se vuelva a formar entre ellos. Fue él esta vez quien decidió romperlo.

-Escuché que te vas a-

-Sí, parto mañana- Interrumpió, no queriendo tocar mucho el tema, por miedo a arruinar el momento. Rápidamente el chico comprendió que era mejor no hablar de eso, e inmediatamente lanzó otra pregunta.

-¿Y qué opina tu novio?, digo, ¿no le molesta mantener una relación a larga distancia?- Alargando la palabra “larga”, el chico miró directamente a la chica, quien miraba estrictamente a la luna.

-¿Novio? -Preguntó, dirigiendo su mirada a él- Qué gracioso; no veo a nadie desde que, bueno, ya sabés.

-¿En serio? -Las palabras de la chica lo habían desconcertado, ya que múltiples veces la había visto caminando con el chico de cabello enrulado, y riéndose con cada uno de los comentarios que hacía- Pensé que estabas con ese chico alto, con rulos...

-Ah, no. Somos amigos -Respondió cortante ella, y él ya no supo qué preguntar, fuera de lo único que sintió que no debía.

-Pero, ¿por qué? Digo, hay miles de chicos que quisieran estar con vos...

-Nunca le vi el punto a salir con chicos por salir, vos fuiste el único al que consideré que, bueno,  ya sabés, con el cual me veía toda la vida; la persona indicada.

-¿Y qué sabés si no es la persona indicada? Es imposible saberlo hasta que no salgas con uno- Recalcó, sabiendo la opinión de la chica respecto al amor.

-Yo ya sé quién es mi persona indicada- Habló por lo bajo ella, dirigiendo su mirada a él-. Es siempre la persona en la que pensás cuando escuchás una canción de amor.

 El chico no respondió, al menos no lo suficientemente rápido, debido a que justo el género de música cambió, y pasó de cumbia, reguetón y trap a canciones lentas y románticas.

-¿Y en quién pensás vos en este preciso momento, entonces?

-Creo que los dos sabemos la respuesta.

 La poca distancia que quedaba entre ellos desapareció, y sus labios se unieron en un corto, pero largamente deseado beso. Fueron un par de segundos que mostraron lo que sentían el uno por el otro, y quedó más que en claro quiénes eran los indicados para cada uno.

 Las respiraciones agitadas, las frentes pegadas. Ninguno se atrevió a abrir los ojos, por el miedo a arruinar el momento…, una vez más.

 

 Había muchas cosas de las que ella se arrepentía en aquel momento, pero de haber estado sobria, y saber que a la mañana siguiente recordaría el roce de sus labios sobre los de él, sus frentes juntas, y cada segundo que vendría luego de ese, era algo de lo que jamás se arrepentiría.

Lo que cambió

Julia Dressl

Mientras manejaba en el auto de mi padre hacia casa no podía dejar de pensar y darle vueltas a lo que acababa de pasar. Pensé que no me molestaría pero sentí ira y tristeza cuando los vi juntos. Cuanto más lo pensaba más vidriosos se me ponían los ojos, pero no quería llorar; “No somos nada” me repetía una y otra vez. No sabía por qué me molestaba tanto verlo con otra, sin saber lo que pensaba, o incluso lo que sentía por ella. Se podría decir que tenemos una relación de ida y vuelta, siempre juntos en el mismo grupo, compartiendo todo, tanto risas como peleas. Tenemos fotos juntos: en la cafetería, en la universidad y en las vacaciones con todo el grupo en la playa.

Cuando llegué a casa pasé de largo a mi padre y fui directo hacia las escaleras. Entré en mi habitación y tensé la mandíbula al ver nuestros recuerdos pegados en mi escritorio. Faltaba poco para que terminase el año y no lo iba a terminar con quién deseaba, mi único amor, con quien quería pasar el resto de mi vida como muestran en los libros y películas que me gustan. Pero sabía que la vida no es así y que esas historias lo único que hacen es ilusionarnos y darnos a ver una realidad falsa, donde todo es “color de rosas”. Todos sabemos que no es así, pero nos gusta pensar que podría serlo; simple, sin ninguna dificultad, donde la mayoría de las cosas salen como uno espera. Liberarnos aunque sea un momento, escapar del mundo real y…

Empezó a sonar mi celular interrumpiendo mis pensamientos. Mordí mis labios al ver su nombre en la pantalla. Seguramente Mia ya le había dicho lo que vimos. Sabía que tenía que ignorarlo, no atenderlo, pero mi corazón no quería eso, así que atendí. Corté al instante, entonces apagué el teléfono y me lancé sobre la cama esperando poder dormirme.

Media hora después, alguien llamó a la puerta. Era mi hermanastro, Noah, al que conocí hace menos de un año y ya se había hecho una de las personas más importantes en mi vida, ya que hizo todo lo posible para que pudiera integrarme en este nuevo lugar que hoy consideraba mi hogar.

-Hola, Mack- dijo; solo él me decía así.

-Hola, ¿pasó algo?- pregunté.

-Ehhh...sí, tienes visitas, pero no creo que quieras verlo. Por eso vine, para preguntarte si lo dejo pasar o no.- No entendía de quien me estaba hablando.- Es James.

Sorprendiéndolo a él y a mí misma, dije:

-Deja que pase.- Me sonrió y asintió.

Al entrar, James se quedó mirando nuestras fotos con una triste sonrisa. Mientras tanto yo solo tenía ojos para él. Recordé todo lo que había sucedido esa noche, y las lágrimas empezaron a brotar.

-Hola- dije.

-Estaba preocupado, ¿estás bien?- preguntó- No contestaste ninguna de mis llamadas ni los mensajes de Mía- aunque notaba en su voz la preocupación, no tenía ganas de hablar con él ni con nadie. Odiaba sentirme así, no tenía por qué.

Como no contesté, siguió hablando.

-Mía me contó- dijo.

Lo sabía. Como si no me acordara le pregunté:

-¿Qué cosa?

-Kenzie, no hagas como si no supieras, dime qué pasó, todo, te conozco- dijo.

-¿¡¿TODO, de verdad quieres todo?!?

-Sí, todo.

¿Qué debería decirle? No quería meter la pata, entonces lo solté, tal como lo pidió.

-Todo, bueno, aquí te va todo- dije- La primera vez que te vi, sentí que algo había cambiado en mí. No lo quería aceptar, me negaba a hacerlo. Mía me dijo que hablara contigo pero tenía miedo  a tu reacción. Si sentías lo mismo que yo o todo terminaría cuando te lo dijera. Pensaba decírtelo hoy pero te encontré con esa chica, de esa forma. Me acobardé y tuve que irme. Porque para eso había ido, para decirte lo que siento. Que me gustas, y quiero estar contigo. Que todo comenzó en las vacaciones cuando nos quedamos solos en la pileta, hablando, abriéndonos como un libro.

Sin darme cuenta mientras hablaba me levanté de la cama y me acerqué a él. Estaba muy callado y no saber en qué pensaba estaba empezando a ponerme nerviosa. De la nada se acercó y me besó.

-Quiero pasar el resto de mi vida contigo, Kenzie.

 

 Entonces olvidé lo que había dicho sobre las historias de amor y me di cuenta de que no quería estar en ningún otro lugar.

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