Peregrinación a Luján

Los días 5 y 6 de Octubre del corriente año se llevó a cabo la 45ava peregrinación a Luján, donde una gran cantidad de creyentes y no creyentes eligen caminar hasta la basílica en forma de entrega o agradecimiento a la virgen de Luján.

Tuvimos la oportunidad de conversar con algunos de estos fieles para que nos cuenten su experiencia caminando o haciendo lo posible de ayudar a los peregrinos.

Primero hablamos con Marcela; nos contó que camina hace 20 años con su hermana, amigos y hace algunos años con uno de sus hijos.

¿Cómo fue ese cambio de un año a otro y qué te mueve a seguir haciéndolo?

Cada año es diferente; el primero creo que fue un desafío y, a partir de ahí, pasó a ser una necesidad. Lo que me mueve a hacerlo sin duda es la Fe a la Virgen. Cada año es ir a agradecer como primera instancia y a pedir su protección para un año más.

¿Cómo es el último tramo y la llegada?

 Antes de la llegada es mucho cansancio, una sensación de que ya no podes mover ni un pie, pero cuando ves la Basílica a lo lejos todo eso desaparece y llega una profunda emoción que dice “valió la pena todo el esfuerzo”.

¿Querés contarnos algo más?

Un año en especial caminé pidiendo poder quedar embarazada, cosa que era un poco difícil de lograr. Al volver, me hice los análisis y dieron positivo; estaba esperando un bebé. Hoy mi hijo, ese que tanto pedí, ya es grande y hace 3 años que me acompaña, lo que para mí es el doble de movilizante.

¡Qué lindo testimonio! Y este año en especial, ¿qué te mueve?

Este año mi padre está viviendo una situación complicada y una vez más la Virgen me demostró que está siempre presente porque hizo un nuevo milagro. Por eso este año vuelvo a caminar para agradecerle y pedirle la protección de mis 3 hijos, regalos que ella me dio. Seguiré peregrinando los años que la Madre me lo permita.

Por otro lado, le hicimos las mismas preguntas a dos chicas que nos contaban la misma experiencia pero desde otra perspectiva.

¡Hola chicas! ¿Se quieren presentar?

-¡Si! Me llamo Ariana Luna, tengo 21 años y pertenezco al Movimiento de la Palabra de Dios de Loreto.

-Yo soy Antonella Bouza, tengo 24 años y soy de Acción Católica, también de Loreto.

¿Caminaron?

-Ari: No, este año por primera vez formé parte del servicio en la parada de La Reja junto a hermanos de los grupos.

-Anto: Yo lo mismo pero me tocó en el puesto de Merlo.

¿Es la primera vez que lo hacen?

-Ari: Yo sí, caminé por primera vez en el año 2016 cuando egresaba del último año en Loreto... Este año quise animarme a estar del otro lado y servir a los hermanos desde el amor y el sostén.

-Anto: En mi caso no, sirvo y luego sigo caminando desde Merlo desde el 2012. Este año fue el primero que no caminé y solo hice apoyo.

¿Cómo fue el cambio año a año?

-Ari: La primera vez fui por un vínculo con María concreto y muchas cosas que llevaba del crecimiento en sí. Este año de servicio, en cambio, me tocó poner en práctica la vocación que elegí, medicina. Cuidar a los peregrinos curándolos y apoyándolos fue una de las experiencias más lindas para mí. Además me hacía trabajar la autoconfianza: ellos confiaban totalmente y eso me llenaba mucho.

-Anto: La experiencia cambió un montón porque la primera vez que fui hacía solo una semana que había entrado a Acción Católica y no entendía nada, me contaron de qué se trataba y ni lo dudé, ¡me sumé al toque! Yo desde siempre tenía ganas de ir y como era chica nunca me había animado a hacerlo sola, ni había tenido una invitación tan directa. En ese momento era todo nuevo, y este año me encontré yo dando indicaciones a los peregrinos de cómo llegar, cuánto les faltaba, o enseñándoles a los otros servidores las tareas que hacemos en la parada.

Para terminar, ¿cómo es un día normal de servicio y qué las mueve a hacerlo?

-Ari: El día de servicio fue re intenso, a eso de las 19 hs decidimos empezar a caminar. En el trayecto fuimos compartiendo y orando. A pesar del cansancio, algo dentro de mí me insistía a permanecer y animarme a seguir como estaba. En gran parte me mueve María, ella es así, desborda su amor. Sostiene y cura las ampollas de la vida. Nos hace confiar en nosotros mismos porque ella camina por nosotros cuando no podemos o no sabemos a dónde.

-Anto: Sin dudas nos mueve la fe. Yo siempre digo que es una cuestión de fe y de cabeza. Es Dios obrando para que llegues hasta mamá María. Sino no se explica cómo tanta gente que vos ves que es muy grande, o tiene problemas para caminar, o yo misma que corro el colectivo y me canso, caminar 62 kilómetros y llegar: ¡si no es por fe no se explica!

Una gran cantidad de fieles colmó los alrededores de la Basílica.

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