PALABRAS JÓVENES: Mi día en Loreto

“Mi día en el Loreto”

Me acabo de levantar. Son las siete de la mañana. Dormí seis horas. Ayer llegué a las ocho y media a casa. Me puse a corregir las pruebas que tomé el otro día en tercero, después preparé la clase especial para sexto y mejor que no me olvide de subir las consignas del trabajo práctico de cuarto año.

Primera hora: Sexto año.

Entro y se sientan todos rápido. Eso suele ser señal de que casi los agarro tirándose bolitas de papel.  El otro día los descubrí cuando escuché a una alumna gritando “¡Dejen de tirarse papeles que viene el profe!” A veces pienso que están madurando pero, al mismo tiempo, tienen ganas de seguir siendo adolescentes.

Quince minutos de clase y tengo a dos que están por dormirse. Uno que parece decaído, y el loco de atrás está gritando de nuevo “BARILOCHE BOTOOOOON”. Me retracto, siguen siendo inmaduros.

Logro terminar la hora de manera inesperada; uno de los alumnos que se estaba durmiendo me pidió disculpas por su comportamiento, argumentando que se tuvo que quedar haciendo un trabajo muy largo y complicado de filosofía, por lo que no pudo dormir lo suficiente. Le intento explicar que es necesario que se organice bien con los tiempos para que hoy sí pueda dormir las horas suficientes y que si no entiende algo de lo que expliqué que no dude en preguntarme. Después de esto se me acercó la alumna que está complicada con las notas, últimamente está mostrando mucho interés en entender los temas que le cuestan y me enorgullece porque sé que eso la va ayudar en el futuro. Para cuando la hora termina y sin que me dé cuenta, mi alumno obsesionado con irse a Bariloche logra terminar todos los ejercicios que di, dejándome satisfecho y dispuesto para mi segunda hora de trabajo. 

Segunda y tercer hora: Tercer año

Ingreso al aula después de haber charlado un poco con mis compañeros, les llegué a contar que ayer no pude dormir tanto como me hubiese gustado y nos reímos al darnos cuenta que estamos todos en una situación similar, algunos por lo mismo que yo y otros porque parece que su hijo menor decidió que hoy era un buen día para despertar a mamá y papá una hora antes.

Me tardo un buen tiempo en lograr que se sienten y no quiero ni imaginar el descontrol que van a armar cuando se enteren que tengo las pruebas por las que tanto me insistieron. Para atrasar el momento les pido a todos que saquen la tarea de la clase pasada. Algunos alumnos la muestran orgullosos y otros por poco se esconden debajo de la mesa pensando que no me voy a dar cuenta que no la hicieron. Luego de media hora logramos corregir la tarea exitosamente, les aclaro las dudas que tienen y les aviso que si para la próxima no traen todas las tareas van a tener prueba antes de lo esperado.

La siguiente hora se vuelve tan productiva que los chicos se olvidan de que habían estado impacientes por las notas de las pruebas, así que interrumpo la discusión que están teniendo acerca de cuál es la mejor orientación para elegir para notificarles que tengo sus notas. Silencio sepulcral. Todos vuelven a sentarse esperando a que los nombre. Para cuando termino de hacerlo, el descontrol ya se desató tal como predije. Entre todos se van preguntando las notas y comparando pruebas, pero por suerte suena el timbre y, entre gritos eufóricos, mis queridos alumnos se retiran.

Cuarta hora: Libre.

¡Qué emoción! Voy a tomarme un descanso y seguramente tenga  mi primer café del día. (...)

Mentira. Nunca nada de lo que planeo termina saliendo como espero, AUNQUE a veces suele salir mejor, como en este caso. No pude tomar mi café pero un ex alumno vino a buscar el analítico mientras me contaba muy entusiasmado que le estaba yendo excelentemente bien en la facultad, así como en su nuevo trabajo. Eso llegó a animarme mucho, porque es un alumno al que le tomé mucho cariño y no hay nada que me llene más que ver a mis chicos triunfando y logrando todo lo que se proponen.

Por eso elegí esta profesión, porque no importa si duermo menos para llegar con el trabajo. Al final del día lo que importa es lo que pasa cuando entrás a cada aula y te reciben con sus anécdotas, con sus risas, con sus chistes y sobre todo con esa energía enormemente positiva que te ayuda a seguir con todo lo que tenés que hacer.

Finalmente, a la noche cuando llego a mi casa, llego feliz y convencido de que hoy, mi día en el Loreto fue un GRAN día.

El equipo docente del Instituto Nuestra Señora de Loreto, tras la finalización del acto.

¡Pero eso no es todo! Pudimos compartir unas palabras con la alumna Paula Osores, donde nos habló sobre su discurso y su aprecio hacia la labor docente.

- Hola Paula, antes que nada, muchísimas gracias por acceder a concedernos esta entrevista.

- ¡Hola! Gracias a ustedes por darme el espacio de compartir esto.

- Para empezar nos gustaría preguntarte cómo surgió la idea de narrar una historia desde la perspectiva de un profesor.

- Fue gracioso el contexto en el que la idea surgió, porque yo estaba completamente bloqueada y preocupada por ese discurso. Realmente había mucho de lo que quería hablar y expresar en forma del enorme agradecimiento que tengo hacia las personas que nos formaron académicamente. Tuve la suerte muchas veces de sentarme adelante de todo en el aula y escuchar las anécdotas de mis profesores, de lo que tenían que hacer, de cómo corrían todos los días para llegar con la gran cantidad trabajo y, a pesar de eso, tenían (y tienen) siempre la paciencia para explicarnos todo lo que necesitamos y no entendemos. Teniendo eso en cuenta pensé en una manera más dinámica de hacerlo para que a los chicos les quede y no se les olvide fácilmente. Entonces, como si fuera una epifanía, se me ocurrió escribirlo desde la perspectiva del profesor, no solo mostrando el esfuerzo que este trabajo requiere sino también el orgullo que les genera ver a "sus chicos" cada vez que logran lo que se proponen.

- ¿Qué significa para vos la labor docente?

- Una labor admirable sin duda. A veces podemos juzgarlo como un trabajo de pocas horas, pero no podemos ni imaginar el resto de tiempo que le dedican -como bien dije en mi discurso- a la preparación de las clases, de los trabajos, de las pruebas y posteriormente su corrección. Un trabajo que requiere una gran dedicación y vocación, y al que deberíamos prestarle más atención.

- ¿Qué le dirías sobre la educación a todos aquellos alumnos que están iniciando la secundaria?, ¿y a los que la están terminando?

- A los que recién la inician les diría que aprecien esta etapa nueva que van iniciando y que no se pierdan nada porque seguramente después se arrepientan cuando ya están finalizando el último año y vean que esa rutina a la que tan apegados estaban desaparece. De ahí mi consejo para los chicos que están en el último año: No desperdicien el último año en peleas innecesarias por cosas que no son tan importantes como parecen, espero que hayan podido aprovechar todo lo que la escuela nos dio para tener un futuro tan brillante como nos propongamos.

- ¿Qué le dirías a los profesores para agradecerles por su esfuerzo?

- Mi demostración de agradecimiento estuvo mayormente en el discurso, porque creo que si me pusiera a agradecerle a cada profesor personalmente no terminaría nunca y quizás se me pasaría alguno que ya no se encuentra en la institución. Básicamente mi más grande agradecimiento está en mostrarles que hay alguien (y que espero que haya más) que ve todo el esfuerzo y dedicación que le ponen a su trabajo y que los admira enormemente, pero sobre todo les estoy agradecida porque gracias a ese conjunto de cosas lograron formar al inicio de la persona en la que me quiero convertir el día de mañana, lo que obviamente no es poco. Espero que con esto les devuelva en un 1% al menos todo lo que recibí.

- Hermosas palabras y reflexiones, Paula. ¡Muchísimas gracias!

 

- ¡Gracias a ustedes!

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