Los primeros pasos del futuro

Para el día en el que esta nota será publicada dentro de la tercera edición del diario, es muy probable que muchos de los alumnos de sexto año ya nos hayamos anotado en una facultad, y de no ser el caso, de todas formas estaremos pensando acerca de nuestro futuro. Pero, ¿por qué se nos hace tan importante?, ¿por qué nos preocupa?

La respuesta es porque pensamos en el futuro desde que tenemos noción de su existencia. Cuando éramos pequeños fantaseábamos con las vocaciones más fabulosas, usábamos cepillos de pelo como micrófonos, imaginábamos a una multitud mirándonos jugar a la pelota y hasta atendíamos a nuestros peluches con el kit veterinario de La Valijita de Juliana. Quizás que años más tarde optamos por imaginar algo menos ostentoso, algo correspondiente a nuestras verdaderas capacidades, pero no por eso con menos esperanzas. Puede asustar dar los primeros pasos de ese camino que antes era uno por recorrer. Verlo tan cerca nos derrumba esa magia con la que lo proyectábamos, porque se nos materializa frente a los ojos. Entonces es que nos llegan las preguntas acerca de a qué me voy a dedicar. La alegría de un niño no es la de un adulto, ¿cómo sé si lo que en ese momento me gustaba me va a gustar toda la vida? ¿Y si me adelanté en sobrestimar mis habilidades?

Ese tipo de preguntas nos inquietan, pues para encontrarles respuesta debemos primero intentar. La realidad es que para muchos no hay margen para hacer esto, pues nos equivocamos pensando en el futuro como un bloque inquebrantable que definirá lo que somos. Una vez en él, no podemos dar vuelta hacia atrás ni cambiarlo. Así que nos debemos zambullir en esa incertidumbre y encontrar la manera de nadar dentro sin ahogarnos.

Lo que deberíamos hacer para vernos satisfechos con el futuro que elegimos es entender que se construye, y que no tiene nada de malo dudar, porque es en esa acción que encontraremos las respuestas a nuestras preguntas.

Una cuestión similar a las ya mencionadas es el pensamiento de qué es conveniente, si seguir un estudio u oficio con el cual es seguro obtener dinero por sobre algo que realmente nos apasiona. Desconfiamos de nuestras posibilidades en el trabajo, del país por no dárnoslas, y así es como quizás limitamos el juego que teníamos siendo niños a ser solo eso y nunca una realidad que nos guste. Debemos entender que si llegamos a trabajar de algo que no nos gusta, ni siquiera será un trabajo, por eso no debemos sentirnos presionados con el tiempo. No hay un camino que recorrer, si no uno que armar.

Así que si estás en el último año y todavía no sabes qué hacer, pensalo como a un proceso y no algo que se va a terminar al optar por lo primero que pase por tu cabeza. Trazar el futuro es algo de lo que muchas personas pueden ser parte. Profesores y amigos siempre pueden estar para aconsejar, de seguro más personas que solo padres. El problema con los últimos es que también van a ver tu futuro como a una imagen, ya que es probable que la hayan visto mientras dabas tus primeros pasos y que fantasearan con ella tanto como vos, imaginándote sobrepasándolos y consiguiendo aquellas cosas que ellos no. Lo fundamental es hacerlos entender lo importante que es para uno vivir de algo que disfruta, y que en consecuencia haga bien a otros, que no importa cuánto se tarde en decidir. Por esto, es todavía más crucial que lo comprenda el alumno que esté leyendo esta nota. Si aún no sabes qué te depara, recordá que nadie realmente lo sabe y ¡eso está bien!

 

 

Por Bianca Rositto.

Escribir comentario

Comentarios: 0