El Cementerio de los Impuros de Avellaneda

Una historia con tanta conmoción y sin embargo conocida por tan pocos. La historia de los proxenetas que se enriquecieron trayendo mujeres judías pobres de las aldeas de Europa del Este a la Argentina para explotarlas sexualmente, ¿por qué de esto no se habla? 

Las afueras del Cementerio de los Impuros.

El inicio de este suceso tiene cimientos a fines del siglo XIX, cuando un grupo de emigrantes polacos judíos decidió construir una extraña sociedad mutual, la “Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia”, con el fin de “brindar posibilidades de una vida mejor” a las jóvenes polacas de origen judío, ya que para el año 1920 las mismas residían en una Europa que se encontraba devastada en consecuencia de la Primera Guerra Mundial.  

Estas mujeres recibían una propuesta, la cual consistía en venir a la Argentina, donde iban a poder contraer matrimonio con hombres de buena posición económica que les proporcionarían una cierta estabilidad, mitigando así las privaciones y el hambre que dominaba en su país. Sin embargo, no era más que un engaño para que, una vez que se encontraran en el país, saliera a la luz la verdadera y trágica finalidad de la maniobra: explotarlas sexualmente. Las jóvenes engañadas se encontraban en un panorama atroz: habían sido llevadas directo al infierno del cual no tendrían escapatoria. Debían cumplir con cuotas de “producción” y lidiar con enfermedades tales como la tuberculosis, fruto de las pésimas condiciones de higiene en los lupanares. Se estima que unas 25.000 polacas habían arribado a la Argentina entre 1920 y 1930 como resultado de esta horrible artimaña.

La sede mutual estaba en Av. Mitre al 400, en la localidad de Avellaneda, y la cabeza visible de esta mafia era un personaje llamado Noé Trauman. La comunidad judía de Argentina, al tomar conocimiento de la barbaridad que se realizaba en su nombre, expulsó a los proxenetas que entonces abandonaron el rótulo de la “Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia” para adoptar el nombre de Zwi Migdal. Dada la marginación a la cual eran sometidos los hombres rufianes y las mujeres explotadas, más el calificativo que les había otorgado su religión (impuros), la Zwi Migdal se vió obligada a tener un cementerio propio donde enterrarlos. Fue así como en 1906 adquirieron las tierras donde inauguraron su “camposanto”. Más de 2000 hombres proxenetas y mujeres explotadas encontraron un lugar dónde dormir eternamente, pero nunca en paz.

En esas épocas, el intendente de Avellaneda y Jefe Conservador de la provincia era Don Alberto Barceló. Junto con su “relacionista público” Juan Ruggiero, quién era el brazo ejecutor de las actividades ilegales que se producían en la localidad; sin la complicidad política de un corrupto régimen conservador que lo permitía, la sede de proxenetas judíos jamás hubiera podido desarrollar sus actividades. La Zwi Migdal actuaba no sólo en ese lugar en Av. Mitre, sino que importaba a sus propios rabinos y construía sus propias sinagogas. Llegaron a controlar unos 2.000 prostíbulos en todo el país.

Imagen del interior del cementerio.

Por lo tanto, la sede continuaba teniendo ganancias formidables a costa del sacrificio de las mujeres explotadas, de las cuales una supo revelarse y generar una acción judicial que terminó desmoronando a la perversa organización. Rucha Laja Liberman, quien, al llegar en 1922 como víctima de la red de trata que la había captado adoptó el nombre de Raquel, se atrevió a denunciar estos atropellos ante la justicia en una batalla judicial iniciada en diciembre de 1929.

La AMIA, la sociedad Israelita de protección de Mujeres y Niños, la Cancillería Polaca y la denuncia presentada por la señora Raquel Liberman en 1930 crearon un eco que logró captar la atención del juez Rodríguez Ocampo, provocando el inicio del fin de esta organización criminal y la ilegalización de la prostitución en 1936.

La prohibición de la prostitución y la fuerte presencia de la Iglesia Católica con su

“moralidad” puritana crearon un nuevo escenario donde la organización de proxenetas ya no tenía lugar.

En el medio de su triste estancia en Argentina, Liberman fue la valiente que gritó su angustia y se atrevió a desafiar a la mafia. Más de 100 proxenetas fueron detenidos, aunque puestos en libertad al poco tiempo gracias a sus “amigos” en el poder. Raquel falleció en 1932 de cáncer, y no llegó a ver cómo, cuatro años después, la Zwi Migdal dejaba de existir para siempre. Pero ella provocó su caída y la fuga de su mentor antes mencionado, Noé Trauman, al Uruguay.  

Así es como finalizó una era de explotación humana, aunque solo fuera suplantada por otras y nuevas formas de sometimiento de personas al pasar los años. Actualmente, el cementerio se encuentra cerrado y en estado de abandono, adyacente al Cementerio Israelita de Avellaneda en Av. Crisólogo Larralde al 4100, en el barrio de Villa Domínico. Afortunadamente, se ha tomado la decisión de limpiarlo y mejorar la nivelación del terreno. Para esto se realizarán jornadas de trabajo voluntario y, al día de hoy, ya hay varios inscriptos en esta actividad.

Esta noticia fue desarrollada con el fin de concientizar sobre un tema que lamentablemente sigue vigente en la actualidad. La trata de personas se encuentra presente en nuestra sociedad desde hace décadas, de este acontecimiento proviene el término “trata de blancas”, ya que las mujeres explotadas eran Polacas Judías, por ende, tendían a ser de una tez blanca. En relación a esto, también queríamos dilucidar sobre por qué el cementerio no es un monumento histórico o un sitio de memoria a las víctimas de trata y violencia sexual, sobre todo con la gran oleada del movimiento feminista que actualmente abunda en nuestro país. Creemos que podría ser un gran acontecimiento si lo transformaran en algo más que un cementerio abandonado en Villa Domínico, porque es más que eso. Sería una gran oportunidad que el mismo se encontrara abierto al público, bien conservado, manteniendo viva la historia; convirtiéndola en un grito llamativo al presente, pues como Raquel Liberman, muchas jóvenes padecen estos engaños y secuestros a diario. Que no se repita un hecho de estas magnitudes es lo más cercano a un sueño, más no imposible.

La verdad de todas estas mujeres que hasta el día de hoy siguen sin descansar en paz enterradas bajo la tierra de un país que no es el suyo, al lado de los proxenetas que les arrebataron la vida, merecía ser contada. 

El interior del cementerio desde otra perspectiva.