En esta ocasión, pudimos interrogar a María Laura Romeo, quien siempre se lleva consigo, luego de una jornada de trabajo, el cariño y las risas de los alumnos de Nuestra Señora de Loreto.
Nuestra tan predispuesta preceptora ejerciendo su labor cotidianamente.
Decidimos cambiar el paradigma de las preguntas frecuentes que solemos hacer, para enfocarnos en el vínculo afectuoso que tiene con su hija Agustina. Por lo tanto, le preguntamos la razón de haber elegido al Loreto como institución para ella, a lo que nos contestó: "Primero, por el aprendizaje; segundo, porque me parece extraordinaria y excelente, más que nada especificando en torno a los directivos, profesores y personal; y por supuesto al trabajar yo en ella, se me facilita manejar los horarios que ambas tenemos".
Luego nos centramos en lo que considera imprescindible en cuanto a la crianza de un niño, a lo que nos respondió: "Yo soy bastante estructurada, tengo todo organizado ya que vivo sola con ella. El padre no la ve mucho, así que a quien acude normalmente es a mí y a mis papás. Soy permisiva, pero a su vez estricta cuando se requiere, como por ejemplo a la hora de juntar sus juguetes. Aunque lo que más destaco en nuestra relación es el amor que nos tenemos la una a la otra".
A continuación, quisimos saber si se estimaba como una madre ejemplar, y si era así, qué características debe tener una para serlo, su respuesta fue: "Todos los días aprendo a serlo, tengo muchos errores que más tarde asimilo y no vuelvo a cometer. Lo que considero que una buena madre tendría que llevar consigo en la preparación del chico es el cariño hacia él. Yo doy, pero a su vez limito, intento dejarle lecciones valiosas para que aprenda que cuesta y que no siempre uno va a obtener lo que quiere, más que nada cuando son simples caprichos."
Posteriormente, le preguntamos acerca de la rutina que suele tener junto a su hija desde la mañana hasta la noche, sus dificultades por el trabajo y la carga horaria que conlleva con este, a lo que nos manifestó: "A la mañana me levanto más temprano que ella, alrededor de las 6:30, luego del desayuno y demás, nos trasladamos al Loreto. Mis papás la retiran al mediodía del jardín y se quedan con ella hasta las 5 de la tarde, cuando finalizo mi jornada laboral. Me la traigo a mi casa, jugamos, merendamos, cenamos y cuando es la hora de dormir damos por terminado nuestro día".
A su vez, también quisimos indagar sobre la composición de su familia, a lo que nos planteó: "Vivimos juntas; atrás de nosotras mis papás y arriba de mi casa, mi hermano, que es el padrino, con la novia." También nos habló acerca del cuidado de Agustina, y si precisa ayuda en él o ella es quien se encarga de todo: "Mi mamá me la cuida bastante por la tarde, pero suelo discutir permanentemente con ella ya que le suele permitir mucho más que yo. Según ellos: a mí me criaron y a ella la malcrían".
Seguidamente, hablamos acerca del uso de dispositivos móviles que le posibilitaba y si lo autorizaba, acortaba o negaba, a lo que nos argumentó:" Si, tiene su celular el cual era mío antes, y lo utiliza, pero moderadamente y con mi permiso. Creo que es indispensable para un niño la tecnología, ya que ella aprendió los números, colores y letras en inglés mediante esta. Es depende la cantidad de tiempo que le otorga al dispositivo, no le puedo consentir consumirlo en todo momento, pero si es por un par de horas accedo. Considero que cuando un chico realmente puntualiza el uso de un móvil es comenzando la secundaria. Yo si lo puedo evitar voy a tratar de esquivarlo siempre".
Más tarde inquirimos acerca de los consejos que sopesaba útiles mencionarle, al ser tan pequeña, a lo que nos confesó: "Más que nada que sea feliz, que no se pelee con los compañeros y que disfrute, no tiene por qué hacerse malasangre".
Por último, interpelamos acerca de por qué había elegido ese nombre para ella, a lo que nos explicó: "Se llama Agustina Julieta, el primer nombre fue predispuesto por el padre y el segundo por mí, ya que a mi papá siempre le fascinó ese nombre, y su apellido es Cejas".
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