Batallón 67: sus comienzos

En la Parroquia Nuestra Señora de Loreto, hasta el año 1975, funcionaba un grupo Scout cuyo capellán era el Padre Alejandro Guido. Por distintos motivos, el grupo atravesó una crisis que lo llevó a su disolución. Tras este suceso, el Padre Alejandro decidió conectarse con el Oratorio de Avellaneda, sabiendo de la existencia de un grupo de Exploradores. Luego de profundizar sus conocimientos sobre el Movimiento, supo que había encontrado lo que estaba buscando.

De esta manera, con el apoyo del Batallón 51, a principios del año 1976 comenzó a funcionar el batallón parroquial en formación "Ntra. Sra. de Loreto", siendo el primer jefe del batallón el Señor Francisco Seijo (Bat. 51).

Con las vivencias de los primeros campamentos, este pequeño grupo de 20 personas comenzó a entender lo que era el exploradorismo.

Poco a poco, el grupo siguió creciendo. Hasta que en la tarde del 24 de diciembre de 1978 (teniendo la cantidad de 40 integrantes aproximadamente), el Movimiento, a través del Jefe Regional Sr. Casanello y el Capellán Regional Jorge Langus, recibió el Nro. 67. La prefectura, a través del Capitán Blanco, hizo entrega de la primera bandera de ceremonia.

A fines de 1994, el grupo de Guías Argentinas Católicas, con previa consulta al capellán Alejandro Guido y al Jefe de Batallón Javier Pérez, se incorporó a las filas del batallón, quedando oficializada la Agrupación Femenina en diciembre de 1996.

 

Hoy en día, el batallón cuenta con una cantidad de 120 personas, entre chicos y animadores, teniendo su día de actividades todos los sábados de 14 a 18 hs.

 

A continuación, presentaremos una entrevista en la que participaron el Dr. Javier Pérez (ex jefe del batallón) y el arquitecto Daniel Rocca (ex miembro del grupo).

 

Entrevistadora: - ¿Cómo fueron sus comienzos en el batallón 67?

 

Javier: - Yo comencé de grande en el batallón. Si bien presencié el momento en el que se formó, yo participaba de otros grupos y sólo colaboraba de vez en cuando con él. En 1987, Daniel Roca me invitó a participar formalmente y empecé con él a realizar las actividades propias de los exploradores y a conocer la metodología de Don Bosco. Tomé la promesa al año siguiente y ya me dediqué especialmente al batallón.

 

Daniel: - En mi caso, arranqué de muy chico. A los 9 años, cuando acompañaba a una tía a misa, ví en el patio a los que en ese momento eran los Scout. Como siempre me gustó ese tipo de actividades (campamentos y todo eso), después de unos meses me decidí a ir. Ya para ese entonces habían cambiado y eran el Batallón en Formación de Ntra. Señora de Loreto.

 

Como decía antes, recién empezaba el grupo, por lo que, cuando tenía 13 o 14 años, debido a que hubo una gran convocatoria de nuevos miembros, yo ya era dirigente.

 

E: - ¿Qué actividades realizaban en aquel entonces?

 

J: - Cuando comencé, solo había varones y realizábamos las actividades propias de los grupos de formación: campamentos y actividades en colaboración con otros grupos parroquiales.

 

D: - En esa época estaba organizado diferente, era por áreas. Me acuerdo que estaba en un grupo que se llamaba Sanidad y bueno, se hacían actividades específicas de cada sector. En general, eran todas destinadas al campismo, siempre desde la postura de la iglesia, intentando llevar el mensaje a la vida cotidiana.

Cada uno en su puesto -si había que armar la estructura de una mesa, un juego o incluso el fuego- tenía una función. De todos dependía poder lograr el resultado final, éramos un equipo. También se hacían actividades de señales con banderolas, se aprendía clave morse, se enseñaba a cocinar, etc.

 

Los campamentos duraban entre 10 y 15 días, dependiendo del costo y la distancia al lugar al que íbamos.

 

E: - ¿Qué era lo mejor de ser explorador? ¿Y lo peor?

 

J: - Lo mejor de ser explorador para mí fue ver cómo los chicos que traías a veces de la calle o familias carenciadas se iban formando y creciendo no sólo en la fe sino también como personas.

Lo peor la verdad que no se, quizás a veces las peleas que se dan entre dirigentes por tonterías en general.

 

D: - Siempre se dijo desde el vamos que ser explorador es un estilo de vida. Creo que si le preguntas a cualquiera que haya estado en el batallón, vamos a coincidir en que nos marcó una forma de ser, de pensar. La convivencia entre los que teníamos algo en común es lo que nos hizo diferentes. Ni mejor ni peor, simplemente diferentes.

 

¿Lo peor? La verdad que nada. Quizás algo pesado eran las largas reuniones y tareas, era todo un tema a veces. Pero es la responsabilidad del dirigente, y por más que estés agotado al final del día, seguís dando todo para que nada falte en el grupo.

 

E: - ¿Qué valores les dejó la experiencia de haber formado parte del batallón?

 

J: - El principal valor está en el artículo de la Ley de honor, que dice que vos sos el artífice de tu vida. Vos la construís con tu fe, tus fuerzas y con libertad e inteligencia.

 

D: - El primero, ser buena persona, ante todo. Y uno trata de trasladar eso a la vida cotidiana, con lo difícil que es sobre todo hoy por hoy, ¿no?, más que nada por la sociedad en la que estamos. Pero el recuerdo permanente de todo lo vivido allí, te hace dar cuenta que no todo está perdido y que todavía hay una esperanza en los jóvenes que quieren salir adelante, los que desean cambiar las cosas.

 

E: - ¿Qué consejos les darían a los nuevos miembros?

 

J: - Creo que un consejo válido siempre es que recuerden que los exploradores son primero un grupo de Cristo, que es el modelo para todos. Si tenemos fe en él, el resto viene solo: las obras, la metodología, las actividades, etc.

 

D: - Que se dejen llevar por todo lo que se les propone en el grupo, que confíen y lo puedan tomar como una linda experiencia de vida, que los va a marcar y definir como personas para siempre. Les puedo asegurar que el día de mañana lo van recordar con añoranza y cariño.

 

E: - Bueno, realmente muchas gracias por su tiempo.

 

J: - No fue nada, gracias a vos.

 

 

D: - Por favor, no hay de qué.

Campamento nacional que se hizo en Ezeiza en enero de 1980.  Hubo 4000 exploradores, se llamó “la ciudad de lona” por la cantidad de carpas que había. Del batallón fueron 20 o 30 personas. 

Esto fue una exhibición que se hizo en el viejo gasómetro (cancha de madera de San Lorenzo sobre Av. La Plata donde hace poco funcionaba un supermercado Carrefour).

Campamento de verano del batallón en el Parque Nacional Lanin, a orillas del lago Paimun, en enero de 1996.

Escribir comentario

Comentarios: 0