MARTÍN BENÍTEZ, EXPLORADOR.
Martin Benítez, integrante del Batallón 67 de los Exploradores de Don Bosco.
-Para comenzar la entrevista, ¿te podrías presentar?
-Sí, soy Martín Benítez, integrante del Batallón 67 de los Exploradores de Don Bosco.
-¿Qué o quién te hizo decidirte a participar de los exploradores?
- Cuando estaba en séptimo grado, un grupo de exploradores se acercó a mi colegio y nos invitó a formar parte. Nunca había oído hablar de ellos, me gustó la propuesta. Yo era muy tímido, era un
lindo espacio para desarrollarme y me animé.
-¿Cuál fue el pensamiento que tenías sobre ellos?
-Pensé que eran como los “boy scouts”, que cazaban osos y comían galletitas, como en los dibujitos animados. Con el tiempo entendí que no eran lo mismo. Si bien son parecidos, los exploradores
son católicos. Los “scouts” pueden ser laicos.
-¿Cambió tu perspectiva cuando los conociste desde adentro?
- Sí, me cambió para bien. Allí construí los lazos afectivos que tengo el día de hoy. Mis amigos, que son como hermanos, me aceptaron como era. Fue el lugar que, junto con la educación de mis
viejos y la escuela, hizo de mí lo que soy.
-¿Qué ha significado para vos ser parte de ellos?
-Me han dado un sentido de pertenencia muy grande. Es mi segunda casa. Allí conocí a Dios y un montón de valores que intento transmitir día a día en la sociedad.
-¿Qué aspectos destacarías de las personas que van a exploradores?
-Que son personas serviciales y predispuestas, siempre listas para ayudar al otro, preocupados por los jóvenes y los que menos tienen.
-¿Creés que es importante la participación de los jóvenes dentro de estos?
-Totalmente. El movimiento de exploradores es un movimiento para jóvenes. Si bien hay familiares y exploradores veteranos, la base y el espíritu son los adolescentes.
-¿Recordás cómo fue tu primer campamento?
-Recuerdo que los primeros tres días fueron difíciles, lejos de casa, durmiendo por primera vez en carpa. Fue en la provincia de Córdoba. Extrañaba mi casa y mi familia, hasta que empecé a
disfrutar y descubrí que ese era mi lugar.
-¿Cuál es tu mejor anécdota? Ya sea en el patio de la parroquia o algún campamento.
- Hay millones de anécdotas y buenos momentos. Teníamos un animador que no sabía cocinar. Recuerdo que el menú era milanesas con ensalada rusa, y terminamos comiendo la carne sin rebozar, con las
papas y las zanahorias duras. Cada uno de esos recuerdos los atesoro en mi corazón.
- Como sabrás, hay muchas cosas para hacer dentro del grupo, pero ¿cuál es la que más te gusta realizar?
- Hoy, con bastante recorrido, me gusta estar con los chicos de 17/18 años que están próximos a ser animadores, transmitirles a ellos todas mis experiencias y conocimientos, para que el día de
mañana les enseñen a otros jóvenes.
- ¿Consideras que tu participación en los exploradores es importante?
- Claro que sí. Todos los que estamos ahí ponemos nuestro granito de arena para hacer un poco mejor la sociedad, sobre todo en estos tiempos difíciles. Tratamos de acercar a los jóvenes a Jesús y
darles un mensaje de esperanza.
- En tu opinión ¿Cuáles son las cosas que todo explorador debería tener para ser un “Buen explorador”?
- Es lo que nos enseñan de chicos: La buena acción. Significa hacer algo por alguien sin recibir nada a cambio, en un acto de amor desinteresado. Nosotros tenemos 3 pilares: Dios, patria y hogar.
Y en esos tres pilares nos apoyamos día tras día.
- Por último, ¿Qué crees que hace que sigas interesándote en ellos hoy en día?
- La propuesta se actualiza constantemente. En tiempos de pantallas y redes sociales, la vida en la naturaleza asombra aún más al adolescente que cuando yo era niño. Ser explorador es un estilo
de vida, una forma de vivir, la cual yo elegí hace tiempo. Cuando uno deja de ser parte de la institución, sigue siendo explorador en todos los ámbitos de los que forma parte.
- Te agradecemos por prestarnos tu tiempo respondiendo nuestras preguntas.
- De nada, gracias a ustedes por tenerme en cuenta.
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