Entrevista a Roberto Noel

En esta ocasión, entrevistamos al profesor Roberto Noel, contador, exalumno y profesor de la institución en varias materias de la orientación de Economía y Gestión, entre ellas Economía Política.

-¿Qué significa para vos haber formado parte de la institución, como exalumno? ¿Qué sentís ahora siendo profesor de la escuela en dónde estudiaste?

 

-Para mí, es muy lindo poder enseñar en la escuela donde uno aprendió. La verdad que es una experiencia genial, más en el caso mío porque yo no soy docente, soy contador, y me dedico a la docencia porque me gusta, me divierte mucho. Y acá siento que es como mi lugar, mi historia transcurrió en gran parte dentro de la institución. Me siento reconocido, querido, yo creo que uno también puede transmitir esta experiencia desde el lugar de docente, de padre, desde todos los lugares en los que uno está. Particularmente, esta fue una experiencia que a mí me hizo crecer mucho como persona, el colegio me sirvió como base para un montón de logros que pude obtener en la vida, ya sea en lo intelectual, como en lo espiritual. Y en lo afectivo con la gente que pude conocer acá.

 

-¿Tuviste algún profesor en la secundaria que ahora lo mantengas como referencia? ¿Por qué?

 

-Yo me acuerdo siempre de algunos profesores que ya no están, como Noemí Blanco, que fue la que me entregó la medalla. También de Pablo Pesce, por su forma de interactuar con los alumnos. Los profesores de contabilidad fueron quienes me enseñaron un montón. Había mucha buena gente como, Silvia Rial, que ustedes la conocieron, y el inolvidable Juan Carlos, que era preceptor, y quien me trae muchos buenos recuerdos.

 

-¿Por qué elegiste dar clases en el colegio donde alguna vez fuiste alumno?

 

-Primero, porque me llamaron. Me pidieron que tome unas pocas horas, y la verdad que siempre lo espere, porque uno cuando termina el secundario se lleva tanto cariño y tantos recuerdos que siempre quiere volver. Yo antes daba clases en otros colegios, y cuando me llamaron vine, me acuerdo que me dijeron que era un curso medio complicado, porque había algunos problemas de conducta, pero la verdad que todos terminaron bien. Es más, están jugando el torneo de exalumnos, así que nos vemos bastante seguido; son buenos pibes.

 

-¿Cómo fue tu paso por el Loreto? ¿Qué era lo que más te gustaba de venir al colegio?

 

-Yo empecé en el colegio en jardín, hice dos años, siete de primaria y cinco de secundaria. La verdad que fueron épocas muy divertidas, era un mundo distinto. Yo egresé en 1986, el año en que Argentina salió campeón del mundo, y lo recuerdo como años de estudiar mucho, de aprender, de salir también, y de divertirnos. Pero había como una suerte de dualidad, o sea la pasábamos bárbaro y estudiábamos un montón, aprendíamos de todo. Entonces, eso nos permitió salir bien preparados para enfrentar la universidad, que fue lo que vino después.

 

-¿Tenés alguna anécdota en especial que quieras contar?

 

-Anécdotas hay tantas… Si bien yo no era un alumno problemático, nosotros teníamos como todos los chicos del secundario una postura adolescente, pensábamos que había que cambiar el mundo, y encima era la época en que volvía la democracia. Todo eso generó una revolución en donde veníamos de un sistema más fuerte, más rígido, y empezaban los sistemas más participativos, más dialogados, entonces toda esa impronta de que los alumnos pudieran discutir, charlar y opinar empezaba a manifestarse. Y tuvimos algunos incidentes, más que nada fueron anécdotas interesantes. Me acuerdo que una vez habíamos tenido un logro muy importante para nosotros, que era que durante las horas libres nos dejaban jugar al voley y al fútbol, pero más que nada voley, en el patio, que era algo totalmente novedoso. Y claro, una vuelta nos pusimos a jugar y después nos fuimos al aula, ahí estábamos muertos de calor. Entonces yo bajo del aula cuando toca el timbre para irme, y tenía la camisa desabrochada totalmente, la corbata como vincha, y el saco en el hombro, y así bajé por la escalera que apuntaba a la rectoría. Mientras bajaba me agarró el rector, y me llamó. Y claro, fue bastante cómico, porque en esos cuatro escalones que me faltaban, yo me había abrochado la camisa, me había puesto la corbata y el saco, estaba vestido perfectamente, pero transpirado. Y cuando llego a la rectoría, el rector me estaba esperando sentado. Abro la puerta y me dice “¿qué estamos haciendo?”, y yo le dije “Fue sin querer” (risas), como un nene de 3 años, y me dijo “Por ésta vez hago de cuenta que no vi nada y te dejo pasar”, y luego de muchos años, me confesó que le había dado tanta risa verme bajar así totalmente desbocado, que tuvo que cerrar la puerta porque se estaba muriendo de risa y no podía ni ponerme una sanción. Cosas así, eran nuestras travesuras, no éramos muy problemáticos. Creo que fuimos el curso más chico de la historia, egresamos ocho; cinco chicas y tres varones, y la verdad que la pasábamos re bien, porque en un curso de 8, imagínate… no teníamos ningún problema. Los viernes eran medio duros, porque teníamos profesores que hablaban mucho y nosotros no teníamos ganas de escuchar así que, en general, hacíamos cosas que hacen los alumnos como hablar para perder tiempo de clase, y demás.

 

-¿Tuviste algunos proyectos que hoy en día pudiste cumplir? ¿Tenés proyectos nuevos o pendientes que te gustaría compartir?

 

-Sí, cuando yo salí del colegio tenía básicamente dos proyectos: formar una familia y trabajar en una empresa como gerente administrativo, que era mi objetivo laboral. Una familia pude formar gracias a Dios, tengo 4 hijos; y laboralmente también. La verdad que la universidad me resultó bastante fácil, sobre todo los primeros años, pude lograr una inserción laboral bastante rápido. Yo terminé el colegio y al año siguiente ya estaba trabajando. Sobreviví a las crisis economías argentinas bastante bien y en la última, que fue la del 2001, me quede sin trabajo y tuve que replantear mis proyectos laborales, pero con las herramientas que tuve, que me dio el colegio y la universidad (la UBA), dejé de trabajar en empresas y empecé a trabajar por mi cuenta. Hoy, tengo un estudio contable, por lo que mi próximo objetivo es, como hijos no voy a tener más (risas), tener nietos; la verdad que sería muy lindo entrar al colegio con un nieto. También espero seguir jugando la copa Frassinetti muchos años más y bueno, en lo laboral poder lograr una vida más tranquila sin tantas horas de trabajo. Igual estoy agradecido de poder trabajar de lo que me gusta, que eso no es muy común.

 

-Si volvieras en el tiempo a tu época de alumno ¿Cambiarías algo? ¿Qué?, o ¿por qué no?

 

-Me gustaría que mi época sea como la de ahora, son más divertidas. Si tuviera que cambiar algo, modificaría eso de estar más con mis amigos, salir, disfrutar todo lo que se pueda; de lo malo trataría de ser menos adolescente con mis viejos. Creo que conmigo sufrieron de todo, como ocurre con los chicos a esta edad, eso de pelearse por ejemplo. La verdad que hoy, tantos años más adelante, veo todo el sacrificio que hicieron para que yo pueda estudiar acá y creo que en aquel momento fui bastante desagradecido, como todos los chicos que a veces no dan valor a lo que los padres hacen, y después te das cuenta lo valioso que es.

 

-¿Cómo cambió tu rutina luego de terminar el secundario?

 

-Cuando estaba en quinto año tenía bastantes actividades. Lo más lindo que me pasó fue que durante todo el mundial pude ver todos los partidos, ¡ni uno me perdía!, aparte eran a la tarde así que llegaba justo para mirarlos, no había uno que no me veía. Después, en aquella época, yo jugaba al voley en tres clubes. Tenía mi grupo para tocar la batería; además actividades en la parroquia y trabajaba dando clases, muy poco. Cuando salí de acá, tuve que empezar a dejar las cosas porque no me daba el tiempo entre lo que había que estudiar para la facultad y que tenía que trabajar, tuve que tomar decisiones más definitivas, y reducir las actividades. Lo que aún sigo practicando es la música, ya no toco la batería pero si la guitarra, tomé algunas clases de canto pero sabemos que soy ho-rri-ble (risas).  El voley lo cambié por el fútbol, y voy a ver a independiente todas las veces que pueda. Además cuando sos papá, la alegría pasa por acompañar a los chicos, poder hacer que ellos hagan cosas.

 

-¿Qué aspectos pensás que cambiaron en el colegio viéndolo ahora como profesor del mismo a comparación de cuando eras alumno?

 

-Y mira, cambió el mundo, en treinta años cambiaron muchas cosas. Es imposible comparar. Nosotros vivíamos en un sistema que cargaba de obligaciones a los adolescentes, estábamos re contra obligados a cumplir, a estudiar, a después salir y buscar trabajo; hoy pasa más por la cultura de los derechos que tienen ustedes que por la cultura de las obligaciones que teníamos nosotros. Creo que en algún momento se valoraron equilibrios. Por ejemplo, en el secundario tenía un profesor al que solo podíamos tratarlo “de vos”, al resto los teníamos que tratar “de usted”. En primer año por ejemplo, cuando entraban los profesores a la clase, todos teníamos que pararnos para saludarlos, imaginate lo que es hoy si me paro en la puerta a esperar que mis alumnos, no te digo que se paren a saludarme, sino que se sienten en sus bancos, no existe eso (risas). En quinto año por ejemplo, empezamos a poner música en los recreos, recién en quinto y solo los que estaban en ese curso. Hay muchas cosas que cambiaron, bailar, la Frassinetti, todas esas cosas no existían. Sí en quinto año armamos un grupo de música con los chicos en donde incluso Silvina, la directora actual del instituto, tocaba también. Había algunas actividades, pero no tantas como hay hoy en día. Por eso, pienso que esta época es más divertida.

 

-Pensando en tu recorrido por el secundario, tus frustraciones, tus esfuerzos por el estudio, comparando la etapa que tuviste con lo que hoy en día sos, cómo profesor, llevándote un montón de cosas como experiencia ¿Qué pensas sobre la educación? ¿Pensas que los alumnos reciben motivación alguna para poder estudiar? ¿Como se los puede motivar? ¿Tratas de darles una mano o simplemente es un tema de ellos?

 

-Yo creo que el paradigma de la educación cambió, y en este, los docentes tenemos un desafío muy importante. Cuando yo estudiaba, la obligación era mía de demostrarle al docente que yo sabía para que me apruebe y si yo no sabía, el profesor no me aprobaba. Así funcionaba nada más. Hoy es al revés, la obligación de motivar al alumno está del lado del docente. Yo creo que los profesores de hoy tenemos un desafío más complicado, porque en la educación que tenemos planteada, y esto me parece bien, es un desafío conjunto, es decir si un alumno desaprueba un examen es porque tanto él como yo fallamos. Obviamente a veces se presentan cosas que no podes controlar. Si un alumno no quiere, está negado a estudiar, no puedo obligarlo. Frente a lo motivacional, lo que a mi me funciona bien, es cuando logro que los alumnos entiendan este proceso en el que estamos los dos y que ambos tenemos que llevar a sacarnos el 7, yo no se lo voy a regalar, quienes lo tienen que ganar son ellos, pero que en definitiva yo me pongo del lado de ellos para que puedan aprobar. Este paradigma a mí me funciona, no al 100%, pero lo logro. El año que viene díganme si nos funcionó (risas).

Profesor Roberto Noel junto a dos alumnos, integrantes de la sección “Exalumnos y egresados”, que llevaron a cabo la exitosa entrevista.

Escribir comentario

Comentarios: 0