Entrevista a Silvina Espósito

- ¿A qué edad ingresaste a Loreto? ¿En qué año finalizaste tu ciclo educativo?

- “Ingresé a los 12 años en primer año de secundario, y egresé en el año ‘86.”

- ¿Cómo la pasaste en el colegio?

- “Muy bien, creo que fue una de las mejores épocas de mi vida porque, como se lo digo a los alumnos también, uno tiene muchos derechos y pocas obligaciones, la única obligación que uno tiene es estudiar. La verdad que lo que caracterizó siempre a esta escuela desde que yo asistía es lo social, siempre uno encuentra buenos compañeros y los amigos que uno hace acá permanecen para siempre, no lo digo solo por experiencia personal, sino que conozco mucha gente egresada de acá que siguen sosteniendo los mismos amigos que pasaron en la secundaria.”

- ¿Qué beneficios encontraste en el futuro al haber cumplido el reglamento del colegio?

- “El uso del uniforme era mucho más riguroso, nosotros no podíamos venir a la mañana con el de educación física, o teníamos que traer un bolso y cambiarnos o ir hasta las casas y cambiarse ahí, entonces siempre estábamos con el uniforme reglamentario que era camisa, corbata, etc. En lo personal, aprendí a ser más responsable, a cumplir el horario y me acostumbré a la exigencia de la escuela, ya que estudiábamos mucho más de lo que se estudia ahora. La verdad eso me facilitó mucho los estudios superiores, pero no solamente a mí, sino a cualquier egresado de esta escuela y eso se sigue sosteniendo.”

-¿En ese tiempo quién era el directivo?

- “El director que yo tuve, que estuvo por 25 años en la escuela, se llama Jorge  Giampetruzzi, y el regente era Pablo Pesce.”

- ¿Qué herramientas e instrumentos de enseñanza te brindó el colegio que te sirvió para toda tu vida?

- “Todo. En principio los valores, eso sí me marcó mucho, esto que yo insisto ahora de poner la mirada en el otro, además de por supuesto mi familia, me lo enmarcó la escuela junto con los valores cristianos que, más que cristianos, yo diría universales para la vida. En lo académico también, pero en lo que es el valor de la solidaridad de misericordia, que uno siempre lo tiene que trabajar, en eso la escuela me enmarcó sin dudarlo.”

- ¿Y había misiones como las de ahora en esa época?

 - “No como ahora, pero se trabajaba también con las escuelas y había mucho contacto con la parroquia. Yo, por ejemplo, como muchos de mis compañeros, daba Catequesis y eso es una forma también de misionar.”

- ¿Con qué profesor o profesora tenías más empatía y que enseñanza te dejó?

- “Con muchas, la de lengua por una cuestión de que yo me perfilaba y me gustaba, pero después, que me marcaron y me siguen marcando, una de ellas fue Ana María Plaul, ella fue muy importante y me ayuda mucho en la actualidad, yo me apoyo mucho en ella en mis decisiones porque para mí es sumamente criteriosa y tiene un valor de palabra que pocas personas tienen y su experiencia hace que sea distinta al resto. Otra también fue Ana María Gonzalez, tía de la profesora Yamila.”

- ¿Cuál era el perfil de educación que tenía la institución en el momento en el que fuiste alumna en cuanto a normas, enseñanza y tradiciones, y cuál es el actual siendo directora?

- “Creo que es parecido, o quizás no tanto porque, aunque a ustedes les parezca riguroso no lo es tanto como cuando yo estudiaba. Igual siempre hubo un clima de libertad por más que el reglamento fuese ajustado, porque creo que esto es como una casa donde el orden es necesario. Entiendo también que uno no viene vestido de cualquier modo acá […] hay trabajos que también tienen reglamento en cuanto a la apariencia. En su vida privada uno puede usar lo que quiera, pero si debe saber ajustarse, porque yo creo que uno de los grandes problemas que tenemos los argentinos es que cada uno quiere hacer lo que quiere y todo el mundo se cree con derecho a todo y así estamos, por no respetar las reglas. […] Tenemos que estar acostumbrados a que cuando hay reglas están para cumplirlas y sino, como yo digo, con libertad, hay que buscarse instituciones con otro tipo de reglas donde uno se sienta más cómodo, es antipático lo que digo, pero la verdad que es así, yo no puedo pretender cambiar el lugar que elijo. Después no se bancan el día de mañana las presiones de trabajo y jefe, uno tiene que estar acostumbrado a que en la vida hay que luchar, cumplir y hacer si uno quiere ser exitoso sintiéndose realizado como persona en el lugar que elijo para trabajar o en la profesión que elijo tener. Son las reglas.”

- ¿Qué se siente ser directora en el colegio en el que estudiaste?

- “Justo ayer hablaba de esto con alguien, yo siento una alegría enorme, nunca me pesó la dirección y la llevo con alegría. A veces me da mucho trabajo, pero es parte de vincularse con tanta gente, a veces las cosas te salen bien y a veces no, pero poder llegar a ser directora del lugar donde estudié y donde fui tan feliz es una alegría enorme. Una inmensa alegría.”

- ¿Qué mensaje le das a los futuros egresados y a quienes van a ingresar al instituto?

 

- “Que aprovechen el lugar donde están que no es cualquier escuela. Ayer recibí una carta del ITBA, que es una de las facultades de ingeniería más prestigiosas del país, felicitándome por un alumno de esta escuela, por la preparación que tenía. Hoy también estuve con una ex alumna que se recibe con honores de licenciada en biología y que quiere trabajar en esta escuela, y eso a mí me llena de un honor impresionante, ella es muy buena, pero la escuela le dio herramientas que la ayudaron a la hora de los estudios. Entonces mi mensaje es que esta no es cualquier escuela, es muy buena, son muy buenos los profesores y que el que sabe aprovechar esta escuela seguramente su trayectoria académica superior va a ser exitosa porque tienen las herramientas y el ritmo de estudio. También hay valores que se viven en esta escuela que no se viven en otras y nos da una mirada solidaria hacia el otro. Las cosas que cuestan son las que uno valora.”