Contaminación y riesgo ambiental en el arroyo Sarandí

El arroyo Sarandí forma parte de la Cuenca del Río de la Plata y descarga sus aguas en dicho estuario. Esta cuenca se caracteriza por presentar un alto grado de intervención antrópica, destacándose la presencia de urbanización precaria a la vera del arroyo y de vuelcos residuales variados en su curso. También, recibe descargas cloacales no tratadas. 

Sin embargo, es un recurso importante para la producción vitivinícola de las quintas lindantes en las cuales los viñedos son regados mediante agua superficial y subterránea. En tiempos de acciones coordinadas en pos del saneamiento de cuencas como la del río Matanza-Riachuelo, es oportuno cuestionarse los motivos por los cuales la población del sur de Avellaneda debe vivir expuesta a un alto nivel de riesgo ambiental.

La cuenca del arroyo Sarandí presenta una extensión de 20 km de longitud, empezando en la localidad de Longchamps, donde se encuentra entubado. Desde donde el arroyo se cruza con las vías del Ferrocarril General Roca en la localidad de Sarandí hasta su desembocadura, ha sido rectificado y canalizado a cielo abierto, siendo conocido como Canal Sarandí. Su cuenca abarca en total 80 km2, atravesando cuatro partidos en su recorrido. Este canal cumple la función de colector de las descargas pluviales urbanas, además de recibir efluentes domésticos, cloacales e industriales tanto legales como ilegales de manera eventual.

El problema más grande que presenta este arroyo es la contaminación de origen industrial. En sus cercanías, se localizan 4100 industrias registradas y unas 10000 no registradas y vuelcan sus residuos tóxicos o no tóxicos, sólidos o líquidos, sin ningún tipo de tratamiento o con uno insuficiente.

Por otra parte, el arroyo presenta una zona de selva marginal con una cubierta vegetal que funciona como un pulmón para la zona urbana, donde existe una importante biodiversidad. Esta zona de selva se dispone paralela a la costa del Río de la Plata y brinda hábitat para una diversidad de fauna y flora distribuida en varios estratos, con árboles de distintas magnitudes y la presencia de especies de insectos pertenecientes al orden Odonata, tales como las libélulas, que presentan un alto valor de conservación debido a que estos son utilizados como bioindicadores: el estudio de su presencia y variaciones en su distribución poblacional permite poder inferir el grado de degradación ambiental de su área de distribución ya que estas especies dependen de la calidad de los cursos de agua para sobrevivir, por lo tanto, son indicadores del grado de deterioro de los humedales asociados a arroyos y ríos en donde habitan.

La presencia de escenarios como el polo petroquímico y la autopista es destacable, ya que aportan indirectamente al aumento de la contaminación superficial del arroyo: existen elementos contaminantes que tienen baja movilidad en el agua pero que, ante la presencia de sulfuros resultantes de la combustión de vehículos e industrias cercanas, ven facilitada una vía de acceso a los sedimentos del curso de agua ya que estas emisiones atmosféricas forman complejos químicos y se depositan.

Se han hallado también concentraciones altas de bacterias coliformes que dan una idea de la presencia de materia orgánica, ya que en su descomposición se consume el oxígeno presente en el agua, por lo tanto, este no estará disponible para el aprovechamiento en la respiración de la fauna acuática, la cual no existirá.

 

Acercándonos poco a poco a la temática de salud pública y riesgo ambiental, es importante considerar la contaminación de los lodos lindantes con el arroyo ya que son una fuente de contacto permanente con la población que habita la zona, y en los cuales se ha detectado una presencia de metales pesados, superando los valores permitidos en normativas extranjeras, ya que el país no dispone de normas para elementos contaminantes en los sedimentos de cursos de agua. Entre estos, se halla el cromo, el plomo, el cobre y  el níquel, todos con diferentes características de biodisponibilidad debido a que mediante mecanismos químicos estos contaminantes quedan retenidos en el sedimento. Respecto del cobre, se puede afirmar que la acumulación de este metal pesado representa un riesgo notable para la salud humana y animal, y su presencia en los cuerpos de agua y en sedimentos se debe principalmente a la actividad antropogénica.

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