Numerosos casos de inseguridad en barrio de Sarandí, localidad de Avellaneda

Los vecinos de la zona denuncian robos casi a diario y piden desesperadamente ayuda a la policía y a las autoridades. Viven con miedo. No solo son asaltados, sino que también sus vidas, las de sus familiares y seres queridos corren peligro constantemente.

La intersección de las calles Intendente Beguiristain y Zeballos, a dos cuadras de Avenida Mitre, en la localidad de Sarandí, partido de Avellaneda, se convirtió en un peligro constante, no solo para los que viven en la zona, sino para todas las personas que todos los días pasan y transitan por allí de camino al trabajo o a sus casas.

Estas dos cuadras son conocidas como el “Corredor del Horror”, bautizada de esta manera por los vecinos y trabajadores de la zona sur del conurbano bonaerense, ya que en ellas se dan la mayor parte de los robos del lugar. Sin embargo, no solo aquí ocurren hechos de inseguridad, sino en todo Sarandí y en el partido de Avellaneda, llegando a convertirse en asuntos de gran importancia en la vida de todos nosotros.

La mayoría de los casos denunciados, son con la modalidad de “motochorros”. Estos, luego de cometer el delito, escapan a gran velocidad por la reconocida Avenida Mitre del distrito nombrado anteriormente. Los vecinos denuncian, una y otra vez, ante las autoridades competentes y correspondientes, que hay “zona liberada”, ya que, ante todas las denuncias realizadas, la situación no cambia. Por el contrario, ésta empeora al pasar el tiempo, poniendo de manifiesto una gran impotencia ante estos hechos delictivos, de los que nadie está libre.

Se pide ayuda principalmente a la Comisaría 1º de Avellaneda, ubicada en la calle Gral. Lavalle 158, entre Av. Belgrano y Berutti, que es la que corresponde a  la zona, y a las autoridades municipales, distritales y nacionales que tienen como una de sus funciones principales garantizar la seguridad de cada uno de los habitantes de nuestro país.

Se ve una falta importante de policías y patrullas transitando por las calles, es decir, cumpliendo su labor, que es la de proteger a todos los ciudadanos para que los hechos de inseguridad no ocurran. Esto es lo que más enojo, malestar y decepción les produce a los perjudicados.

Los vecinos quieren que la policía pare con la gran ola de robos que sufren día a día. Llegaron a tal punto que solo ésta sería una solución efectiva para el grave problema. Denuncian que los “motochorros” ven a las posibles víctimas que circulan por la zona, para después poder robarles todo lo que tienen en ese momento. Los asaltos son muy violentos. Se caracterizan por tener como “objetivo” a adolescentes, mujeres y ancianos, y en la mayoría de los casos se utilizan armas de fuego en contra de las víctimas.

Estos acontecimientos ocurren durante las veinticuatro horas del día, provocando que los vecinos se sientan atemorizados hasta para salir de sus casas y realizar sus actividades, sobre todo si éstas se desarrollan a altas horas de la noche. El terror al imaginar que delincuentes entren en sus casas es inevitable. Terminan organizando sus horarios para eludir el peligro de un futuro hecho delictivo, temiendo por su propia vida y la de sus seres queridos.

Esperamos que se vean mejoras por toda la zona y que las denuncias de los vecinos sean cada vez menos, así como que sean escuchadas por las autoridades que corresponden, para que puedan vivir más tranquilos y sin temer al salir de sus domicilios o transitar por el barrio.

Hay que entender que es necesario actuar para terminar de una vez con el problema, poniendo en marcha medidas preventivas, para que no se llegue a esta situación que es muy difícil de revertir. Si esto no sucede, las propuestas serán solo soluciones momentáneas, que no lograrán acabar de una vez por todas con la delincuencia, no solo en el partido de Avellaneda, sino en todo nuestro país.

 

Tendríamos que tomar conciencia de que el tema que tratamos en esta ocasión, nos abarca a todos, poniéndonos en riesgo constantemente. Se deben tomar decisiones y llevar a cabo acciones antes de que los delitos sucedan; más vale prevenir que curar.

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