Juventud desapasionada

Pasión: sentimiento muy intenso y perturbador que domina la voluntad y la razón. Afición extraordinaria por una cosa.

 

Decidí comenzar mi opinión con esta definición para poner al lector en tema del eje principal de este texto. A veces se le tiene miedo o aprensión a esta palabra, pero en realidad, en mi opinión, lo que nos apasiona puede volverse nuestra característica fundamental, incluso aquello que nos define. 

En la actualidad se ha menospreciado a la “pasión”. Con esto hago referencia a la poca valoración que los jóvenes le dan. Cada día observo en la cotidianeidad cómo compañeros de colegio y amigos se encuentran abrumados por la rutina. Cómo pasan sus días entre el colegio y su casa sin nada que los entusiasme. No los culpo, debido a que esto se ha hecho algo común hoy en día. Cada vez son menos los que realizan algo que verdaderamente les guste, que “los mueva”, que sea lo primero en lo que piensen al despertarse y lo último antes de irse a dormir. 

A la vez observo desinterés, pero es comprensible. Si nunca te sentiste apasionado por algo, ¿por qué salir de tu zona de confort? ¿Qué podría ser mejor que dormir la siesta y estar en pijama todo el día? Año a año, día a día, se presentan más y más obstáculos. Creo que el principal problema es la motivación, o mejor dicho, la ausencia de ésta. El miedo se vuelve el peor enemigo. Continuamente nos ponemos trabas por temor a fracasar o a la opinión de otros. Esto no debería ser así. La motivación debería guiarnos sin miedo al fracaso, sin miedo al error. Nadie puede hacerlo por nosotros, solo vos sos capaz de encontrar eso que puede hacerte realmente feliz. Aunque la falta de estímulos y el pavor a fracasar no son los únicos responsables. Vivimos en una sociedad en la que premiamos al que menos hace y nos burlamos del que se esfuerza. Vemos el sacrificio como un camino para tontos y buscamos el sendero más fácil como primera solución. Mismo en las redes sociales, festejamos la holgazanería mientras se critica a quien trabaja por lo que quiere. 

Para quienes ya conocen su pasión, los felicito. Puede que haya sido difícil o no, pero esto no significa que no queda nada por hacer. Ahora piensen en cuánto tiempo le dedican, ¿es suficiente? Si la respuesta es no, por ahí deberían empezar. No dejen que quede en dos o tres horas a la semana. Aunque suene un tanto cliché, creo que las personas deberíamos centrar nuestras vidas en lo que nos hace felices, sin importar lo que cueste. Para aquellos que todavía no la conocen, tienen dos opciones. Una de ellas es ignorar mi mensaje alentador y seguir con su rutina mundana pasando los días y noches sin más que atisbos de felicidad dentro de un mar de infelicidad. Capaz suene exagerado, pero no puedo imaginar una vida desapasionada como es la de muchos. La otra opción es seguir mi consejo y emprender la búsqueda. Puede ser cualquier cosa: un deporte, pintar, esculpir, cantar, un idioma, bailar, coser, hacer velas, lo que sea, y si no te gusta, no tengas miedo de dejarlo y empezar algo completamente nuevo.

A pesar de lo anteriormente dicho, reconozco que no es tan fácil hacer lo que uno desea y, aunque suene raro, es la realidad. Puede que por motivos económicos uno se vea incapacitado, puede que tenga responsabilidades como un empleo o una carrera que le dificulten desarrollar otras actividades. Pero aquellos que no tienen otro obstáculo además de la desmotivación, les recomiendo que hagan un intento, que no permitan que la mediocridad del resto los influya.

Para terminar, quiero decir que continuamente estamos preocupados por el futuro. Nublamos nuestra percepción con necesidades ficticias que podrían desembocar en felicidad pero no son más que el reflejo del consumismo. Ponemos fines a largo plazo y cuando los conseguimos sentimos un vacío. Entonces apuntamos a otros, y así continuamente hasta que llegue un punto en el que nos cansemos. No hay que esperar hasta que eso pase. Busquemos objetivos a corto plazo. Logremos que la felicidad se halle en momentos del día a día.

 "La felicidad no es una meta… es un subproducto de una vida bien vivida" —Eleanor Roosevelt.

 

 

Conrado Lorences

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