El Islam: religión de paz.

El Islam es la segunda religión con más seguidores en el mundo -cantidad que ronda los 1322 millones- después del cristianismo, el cual cuenta con aproximadamente 2350 millones. Su libro sagrado es el Corán, cuya premisa principal para sus creyentes es “No hay más Dios que Alá. Y Mahoma es el último mensajero de Alá”. Existe desde el año 609 a.C., a partir del momento en que su principal profeta, Mahoma, recibe una revelación del ángel Gabriel y comienza a escribir el Corán.

Tristemente, en la actualidad, los musulmanes, seguidores de dicha religión, son públicamente repudiados y temidos, debido a que se les atribuyen distintos actos terroristas como la masacre del 7 de enero de 2015 a la editorial francesa Charlie Hebdo, o más recientemente, el atentado en Londres el pasado 22 de marzo de este mismo año.

En nombre del Islam, se presentan organizaciones como el Estado Islámico (ISIS), liderado por Abu Bakr Al-baghdadi, que controla parte del territorio de Siria e Irak; Al Qaeda, fundado por Osama bin Laden y hoy encabezado por el egipcio Al Zawahiri; Boko Haram, el grupo que más matanzas comete, surgido en el Sahel Nigeriano aprovechando el descontento de un sector de la población; y Al Shabab, una agrupación terrorista activa en Somalia vinculada a Al Qaeda.

Dichos ataques y organizaciones son el detonante de prejuicios masivos contra la religión musulmana, prejuicios que son reivindicados por los medios que publican diariamente noticias confusas sobre la guerra con y en contra del terrorismo.

Pero la realidad es muy distinta a las creencias popularmente aceptadas.

El Islam es una religión de paz, el Corán, ya mencionado anteriormente, rechaza la violencia y prohíbe iniciar guerras, así como fomenta la interacción y la armonía interreligiosa. Este libro dicta que cuando la lucha es inevitable, los musulmanes pueden combatir únicamente en defensa propia, debido a que contempla la guerra y los conflictos inherentes al dinamismo humano.

Considera que, aún dentro del combate, deben tenerse en cuenta las libertades y los derechos de los no combatientes, y que los ancianos, mujeres y niños deben estar protegidos de todo daño. Las propiedades residenciales tienen quedar intactas y no se pueden dañar las cosechas.

A su vez, los combatientes que se encuentran en medio del campo de batalla están obligados a cesar inmediatamente la lucha ante cualquier señal de rendimiento por parte de la línea enemiga.

La ruptura se genera debido a la existencia de ciertos sectores extremistas, como los que ya fueron nombrados, que si bien son una minoría en la población, generan grandes catástrofes.

Luego de dichos eventos es cuando la perspectiva del resto de la sociedad comienza a cambiar, y los musulmanes comienzan a ser despreciados mundial y públicamente. Esto va desde el temor generalizado que lleva a actuaciones menores como el evitar a los seguidores de dicha religión -ya sea evitando sentarse junto a ellos  o compartir un mismo espacio- hasta acciones más concretas como la prohibición del Hiyab o Burka -pañuelo que cubre la cabeza y pecho de las mujeres musulmanas- en espacios públicos, que ya se podría calificar como una violación a su libertad de culto.

Considero que desde la acción más mínima hasta la más relevante tendría que ser completamente repelida. No debemos dejar que una minoría dicte la vida de la mayoría. ¿Qué sucedería si los repudiados fuésemos cristianos, ateos o judíos? ¿Cómo podríamos vivir con eso? Esa es la pregunta que cada uno debería hacerse antes de actuar en base a prejuicios o presunciones equívocas.

La realidad es que la gran mayoría de los musulmanes están en contra de los actos terroristas realizados en nombre de su Dios, Alá, y que la gran cantidad de personas que les temen, los juzgan, u opinan en contra de ellos sin ni siquiera tomarse el tiempo de informarse acerca de los hechos ya mencionados, o de intercambiar algunas palabras con algún seguidor de dicha religión.

Pues más allá de toda creencia o barrera cultural que nos haga vernos como extraños los unos a los otros, todos somos personas, humanos, nos regimos bajo los mismos derechos y bajo la misma naturaleza, todos nacemos y todos moriremos, pero mientras tanto deberíamos poner todo lo que está a nuestro alcance para lograr una convivencia pacífica, y parte de esto es respetar las convicciones e ideales de los otros, y sus formas de rendir culto.

 

Bárbara Bula

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